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Después de La Haya

La conclusión es que hay un juego maestro del lenguaje. Pero ¿qué pasará cuando la Corte falle?

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La visita del presidente García hecha en estos días será un hito importante en la sucesión de acontecimientos que se han derivado de la demanda que el país vecino ha formulado en contra nuestra. Esta demanda desconoce los tratados firmados con mucha anterioridad, plenamente vigentes y en plena aplicación entre las partes.

De las lecturas de sus declaraciones queda la impresión del uso maestro del lenguaje críptico para insinuar posibles actitudes peruanas frente a futuros acontecimientos como consecuencia del fallo a que, en su momento, arribará la Corte en La Haya. Por de pronto, insiste en decir que Perú no será obstáculo para las conversaciones de Bolivia con Chile, insistiendo en que no será un escollo para ellas. Esto, a la luz del Tratado del 29 y su Protocolo, no sería cierto si en algún momento se concretara la entrega de un corredor al norte de Arica. Ha dejado ver que Perú no tendría objeciones a este corredor, actitud que no puede ser sostenida por Lima salvo que ella desconozca el tratados del 29 o pida un trato especial.

La conclusión es que hay un juego maestro del lenguaje. Pero ¿qué pasará cuando la Corte falle? Se visualizan tres escenarios; el primero: que la Corte rechace la demanda, se mantengan las actuales soberanías y se apliquen los tratados vigentes. Es el mejor escenario posible y aquí aparentemente no ha pasado nada, aunque ambas partes han quedado heridas por este acto inamistoso. Pero aún quedaría, en términos de relaciones comerciales, resolver el viejo problema de la trayectoria de las sardinas que emigran, desde el norte de Chile al sur del Perú. En mi opinión, esto reforzaría el concepto de las 10 millas a cada lado del paralelo para pescar indistintamente sin penetrar mayormente en el espacio marítimo de cada país, reafirmando la lógica del acuerdo de 1954. En este caso no hay necesidad de un nuevo tratado.

El segundo, en que la Corte acoja el planteamiento peruano y diga que hay que establecer un nuevo límite marítimo. Esto obligaría a redactar un nuevo tratado internacional pero que tendría dos problemas; la necesidad de que el Perú ratificara la Convemar de manera de tener un punto de referencia internacional para la solución de controversias, con el Tribunal del Mar como árbitro ya que, sin duda que se originarán serias controversias por las especies que se pesquen y otro, en que Chile no podría hacer uso de la voluntad soberana que le otorga el tratado del 29 para entregar un corredor a Bolivia por el norte de Arica si quisiera. Habría entonces una limitación impuesta a un tratado por sobre la voluntad de una de las partes, asumiendo la Corte un papel que no le corresponde.

Tercer escenario: la Corte le reconozca al Perú el triángulo exterior de su petición, impidiendo el libre acceso al puerto de Arica al interponer un espacio de soberanía peruana antes de entrar al espacio chileno, desconociendo lo establecido por la Convemar, cuando establece que no deben haber interferencias en el tránsito desde la alta mar al mar territorial. La Corte, que es un tribunal de derecho, sin duda que deberá hacer una cuidadosa aplicación de las normas del derecho internacional marítimo. Y la pregunta clave ¿el Perú ratificará la Convemar después del fallo, sea cual sea?

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