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DF Conexión a China | Frente al virus, soft power chino

Claudia Labarca Doctora en Relaciones Internacionales, Centro de Estudios Chinos contemporáneos, Universidad de Durham

Por: Claudia Labarca | Publicado: Martes 28 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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Claudia Labarca

A inicios de la década de los 90, el cientista político de la Universidad de Harvard Joseph Nye, usó por primera vez el concepto de soft power o “poder blando” en la famosa revista Foreign Affairs. Este poder lo ejercen unas naciones sobre otras en un escenario internacional post Guerra Fría y -explicaría Nye más tarde- consiste en la habilidad de persuadir a otros para obtener los resultados que determinada nación busca, a través de la atracción más que de la coerción en cualquiera de sus formas.

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Asimismo, Nye y otros entienden al soft power como una estrategia de política internacional que construye su poder por medio de la comunicación y que resalta en forma positiva sus recursos culturales, valores y políticas. China, desde su despegue económico y su creciente influencia en América Latina y el continente africano, ha sido siempre analizada no sólo en términos de poder “duro” (recursos militares, económicos, etc.), sino que desde la perspectiva de cómo su influencia cultural y visión de mundo le permite tener lo que Kurlantzick conceptualizó como “Charm offensive”.

Hoy, frente al coronavirus y las acciones que China ha emprendido en términos de ayuda internacional, es válido preguntarse, ¿hay una política de soft power detrás de la ayuda humanitaria china a países africanos y latinoamericanos? ¿Es razonable pensar que luego de ser duramente criticada por no hacer públicas las cifras iniciales de contagiados en Wuhan, China ha comenzado una estrategia de liderazgo en política internacional basada en la narrativa de aprender de los errores y compartir las experiencias a nivel internacional? Desde el punto de vista de las comunicaciones y la diplomacia pública, la respuesta es definitivamente sí.

No sólo fue un tremendo acierto comunicacional transmitir en vivo (vía streaming) la construcción en apenas 10 días de un hospital específicamente diseñado para combatir el virus, sino que ahora, China –una vez terminada la cuarentena en Wuhan, origen de la pandemia, y comenzada una fuerte campaña de reactivación económica interna- ha puesto fuertes recursos en mostrarse como un líder en el combate al Covid-19. Este liderazgo internacional hace deslucir aún más la postura norteamericana, que ha estado claramente desajustada no sólo a nivel doméstico, sino que también en política exterior.

Mediante el envío de máscaras, ventiladores mecánicos a distintas partes del mundo –más allá de la polémica puntual generada acá Chile al respecto- y una batería de formas de ayuda científica y de expertos repartidos por el planeta para aconsejar a otras naciones, China emprende una clara estrategia para no sólo recuperar el poder blando que pudo haber perdido por la crisis que partió en Wuhan, sino para fortalecerlo, mostrándose como un líder en ciencia, tecnología y salud, que además es capaz de compartir generosamente sus recursos.

Un claro ejemplo de que, como suele decirse, de una crisis puede salir una oportunidad.

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