Columnistas

En deuda con Basilea III

  • T+
  • T-

Compartir

Como se sabe, el sistema financiero nacional está atrasado en la implementación de Basilea III, que es el acuerdo global vigente sobre capitalización bancaria. A primera vista, el retraso resulta preocupante, considerando que nuestro país está todavía en Basilea I, y que las economías avanzadas y numerosas emergentes ya han efectuado la transición.

La inquietud se intensifica si se calculan los montos que deberán ser enterados como resultado de la implementación de las nuevas normas. Según estimaciones preliminares, éstos podrían superar los cuatro mil millones de dólares. Si bien el déficit se concentra en un grupo reducido de entidades, la cifra es bastante elevada y refuerza la idea de un desafío relevante.

Imagen foto_00000001

La reforma bancaria, próxima a ser aprobada por el Congreso Nacional, tiene como uno de sus objetivos alinear la regulación chilena con las recomendaciones internacionales. Con todo, esa convergencia tomará necesariamente varios años, de manera que la brecha observada no desaparecerá de la noche a la mañana. Sin perjuicio de lo señalado, el sistema bancario chileno es percibido por los analistas y las firmas clasificadoras de riesgo como perfectamente sólido y solvente, especialmente cuando se lo compara con los de otras economías, incluso desarrolladas.

El punto es cómo conversan estas dos miradas respecto de nuestro sistema financiero. ¿Es posible estar atrasado en la implementación de Basilea III y seguir siendo solventes? Aunque llame la atención, ello es perfectamente posible por varias razones, algunas de las cuales se detallan a continuación.

Primero, los bancos chilenos realizan actividades bien definidas y registran márgenes adecuados, lo que se ve reflejado en sus estados financieros. La capacidad para generar valor o excedentes es fundamental para asegurar la sustentabilidad de las operaciones. Sin negocios bien perfilados y suficientemente rentables, no hay proyecto bancario que se pueda sostener en el largo plazo.

Segundo, sus operaciones se realizan en el marco de una cultura de riesgos consolidada desde hace muchos años. La crisis de 1983 dejó lecciones que fueron bien aprendidas y esa cultura se refleja en una apropiada gestión de las instituciones.

Tercero, el sistema cuenta con un adecuado marco de regulación y supervisión. Sus cimientos se sentaron antes de que aparecieran las primeras recomendaciones de Basilea. En algunos aspectos, como en la definición de normas para las provisiones por riesgo de crédito, las autoridades chilenas han sido pioneras. Con el tiempo, se han ido incorporando las recomendaciones internacionales, mediante el ejercicio de la potestad reglamentaria con la que cuentan el Banco Central y la SBIF.

Elevar las exigencias de capital resulta muy positivo, pero no resuelve todos los problemas. Bajo Basilea III, los bancos seguirán operando con niveles de endeudamiento relativamente altos. Por ello, el adecuado cumplimiento de todas esas otras condiciones comentadas es clave para preservar la estabilidad de los bancos.

En suma, el país tiene una importante tarea pendiente, que es alinearse con una convención global en materia de capitalización bancaria. Sin embargo, y es bueno decirlo, la fortaleza de nuestrio sistema no ha estado comprometida en ningún momento.

Lo más leído