¿Es necesario volver a integrar el sistema tributario?
CATALINA CONCHA Gerente Senior en Deloitte HUGO HURTADO Socio en Deloitte
Desde 2014, Chile convive con un sistema tributario complejo y, sobre todo, caro para invertir. La reforma tributaria de ese año significó un cambio al espíritu del sistema que había regido en las tres décadas previas. Se instauró un sistema semi integrado, en que solo el 65% (en lugar del 100% antes de 2014) del impuesto pagado por la empresa sirve de crédito para los impuestos personales de los socios.
Desde ese año, el crecimiento promedio anual del PIB se ha ubicado en torno al 2%, según información del Banco Central. Si bien la reforma tributaria de ese año no fue la única razón de la desaceleración económica, sí elevó de manera significativa el costo del capital con su respectivo impacto en la inversión y el crecimiento.
“La integración total del sistema ofrecería dos beneficios clave: simplificación y resguardo de la equidad horizontal entre las distintas fuentes de ingreso”.
La semi integración de nuestro sistema tributario genera una asimetría difícil de defender. Un inversionista extranjero protegido con un convenio que evita la doble tributación suele enfrentar una carga total de impuesto en torno al 35%, mientras que un inversionista local que invierte a través de una empresa puede llegar a una tasa efectiva del 44,45%. Es decir, se penaliza al capital doméstico frente al capital foráneo.
Con miras a retomar la ruta del crecimiento en Chile, un grupo de reconocidos economistas y de tendencias transversales publicó en junio de este año el documento “El Puente”, en el cual propusieron reducir la tasa del impuesto corporativo al nivel promedio de la OCDE, que en 2024 alcanzó a 23,8%. Esta medida va en el camino correcto, pero no corrige lo antes mencionado: el elevado costo del capital que supera a lo que pagan las rentas del trabajo y aquellas de la mayoría de los inversionistas extranjeros protegidos por un convenio.
La integración total del sistema -crédito total del impuesto corporativo contra los impuestos personales- ofrecería dos beneficios clave. Primero, simplificación: ya no habría que distinguir entre inversionista local, extranjero con convenio o sin convenio, reduciendo litigios, costos de cumplimiento y espacio para la elusión. Segundo, resguarda la equidad horizontal entre las distintas fuentes de ingreso: si la tasa efectiva máxima para los inversionistas locales se fija en torno al 40%, renta del trabajo y renta de capital enfrentarían cargas similares.
En Chile, la rebaja del impuesto corporativo y la integración plena ya está sobre la mesa en el programa económico del candidato a la presidencia Jose Antonio Kast.
Por otra parte, la candidata Jeanette Jara propone que tal reducción no es necesaria para impulsar el crecimiento y que se debe mantener la semi integración del sistema tributario.
Estos temas debiesen formar parte del debate tributario de mediano plazo, más allá de las contingencias políticas del momento.
Integrar el sistema tributario es necesario para alinear los incentivos, corregir asimetrías y atraer más inversión internacional y local, especialmente teniendo presente el competitivo escenario regional.
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