Entre La Habana y Puerto Varas
Fernando Reyes Matta Ex embajador en Nueva Zelanda y China, profesor de la UNAB
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Fernando Reyes Matta
El devenir de la política internacional ha hecho que, con pocos días de diferencia, Chile viva dos momentos muy trascedentes para su política exterior en América Latina. Dos momentos que son una respuesta contundente a quienes cada tanto hablan del aislamiento del país en el escenario regional.
En La Habana, con la presencia de la Presidenta Bachelet, se llegó al momento culminante de las largas negociaciones entre el gobierno de Colombia y las guerrillas de las FARC. Negociaciones complejas, difíciles en su presente y futuro, pero que avanzan hacia el fin de ese conflicto interno que se arrastró por cincuenta años. ¿Qué ha hecho Chile allí? Cumplir la tarea de “acompañante”, buscando desmontar – hablando con una y otra de las partes – los obstáculos que cada tanto amenazaban con hacer abortar ese intento de paz. En una primera etapa asumió la tarea el actual director general de la Cancillería, Milenko Skoknic. Y desde hace más de dos años, precisamente cuando todo el proceso entró en el área chica de los detalles y sensibilidades mayores, Luis Maira puso su sabiduría de diplomático y académico en esa misión. Ello le ha significado un constante ir y venir silencioso a La Habana, como también a otras capitales del continente para formar los Grupos de Amigos por la Paz en Colombia. El de Chile es ampliamente transversal. Si hay alguien que sabe cómo se logró finalmente este acuerdo de paz es, precisamente, Maira.
Pero está la otra instancia, la de Puerto Varas, con la Alianza del Pacífico. ¿Cuál es la diferencia entre este encuentro en Chile y las citas anteriores de la entidad? Primero, la consolidación del marco jurídico con la entrada en vigencia del Protocolo de la Alianza desde el 1° de mayo. Sin embargo, al margen de la desgravación arancelaria que se puso en marcha en esa fecha, la acumulación de origen será uno de los temas más importantes, dado que permitirá estimular no sólo la integración comercial de Chile, Colombia, México y Perú, sino también la creación de cadenas regionales de valor. Y aquí para las pymes de la región el escenario abre muchas posibilidades, no tanto para el comercio intrarregional – aún muy bajo – sino para la vinculación con otros mercados, en especial Asia-Pacífico.
Sin embargo, el tema de fondo tiene un alcance político. La presencia del presidente de Argentina, Mauricio Macri marca un antes y un después en la relación de la Alianza con el Mercosur. Viene como observador pero, como es obvio, no es un observador más. Aquellas voces que desde la orilla atlántica miraron con recelo el surgimiento de la Alianza del Pacífico quedan superadas por el nuevo momento donde, tanto de Brasil como Argentina, se entiende que la coordinación y cooperación entre ambos bloques es esencial para actuar con éxito en los espacios de la globalización.
Y éste es otro logro de la actual política exterior de Chile. Desde marzo 2014 tanto la Presidenta Bachelet como el canciller Muñoz promovieron con gestos concretos esta aproximación. Hubo escépticos, pero los resultados les están dando la razón. Chile ha contribuido a gestar un diálogo nuevo y positivo entre Mercosur y la Alianza del Pacífico. Y eso no es poco en medio de los reordenamientos que está viviendo el mundo.
Hace cincuenta años, justo por estas semanas, el Presidente Frei Montalva hablaba con pasión en la plaza de Bogotá a favor de la integración entre los países andinos. Lo veía como una urgencia para impulsar un nuevo desarrollo social para estos países. Como poco después diría el Papa Paulo VI también allá en Colombia, “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”.
Sabemos que aquella integración andina no prosperó. Y también por esos años la opción de la guerrilla se instaló en las montañas de Colombia. Pero ahora, ambas oportunidades – las de un desarrollo social moderno y la práctica de la paz como vía de la política – se abren paso en Colombia. Nada será fácil, pero es una apuesta esencial para ese país y toda la región.
Y es en ese eje, de paz y desarrollo, donde se inscribe lo que ahora vive Chile entre La Habana y Puerto Varas.