Hablemos de clase media con China
Un par de semanas atrás, antes que el embajador chino Lu Fan concluyera su exitoso período en Chile...
- T+
- T-
Un par de semanas atrás, antes que el embajador chino Lu Fan concluyera su exitoso período en Chile (inesperadamente llamado a asumir altas responsabilidades en su ministerio), hablamos de lo que podría constituir un nuevo eje de diálogo entre Chile y China: la clase media, sus significados y demandas.
China tiene poca o casi ninguna experiencia en lo que traen los sectores medios cuando se expanden al interior de una sociedad. Todo le ha ocurrido muy rápido. Ahora la mirada china hacia América del Sur también busca rescatar conocimientos, evaluaciones, visiones políticas y sociales de lo que significa la presencia de la clase media en países como Brasil, Argentina o Chile. Es una oportunidad donde también podemos ser primeros. Se trata de construir una agenda donde temas múltiples, ligados a las demandas sociales de esos sectores, puedan tener la presencia y cooperación concreta de nuestro país con China. ¿Cómo se hace política pública y se desarrollan estrategias con la clase media? Es una pregunta prioritaria hoy en ese país.
Según estimaciones -especialmente ligadas al último censo chino- la clase media se estima entre 250 millones y 350 millones de personas, algo como el cuarto de la población total. Las cifras varían, pero esa realidad, que no estaba hace 25 años, ha tomado forma y todas las proyecciones indican que a 2020 llegará a los 600 millones a 650 millones de chinos. A finales de la década, China tendrá mayor número de personas definidas, en términos de su ingreso promedio, como de clase media que la suma de las poblaciones de Francia y el Reino Unido. Y por eso las autoridades -especialmente las que asumirán este año la conducción de china- se preguntan qué transformaciones, demandas y cambios trae esa nueva realidad social. No lo saben con certezas.
En un artículo del periódico oficial Peopleonline (versión digital del Diario del Pueblo) se citaba en mayo de 2010 al sociólogo Yu Jianrong, de la Academia de Ciencias Sociales de China, señalando que “en China, las personas de ingresos medios están lejos de desempeñar el papel que la clase media ejerce en países desarrollados. ¿Por qué? Porque no basta la situación económica para conformar la clase media”. Y agregaba: “Muchos de los que tienen ingresos medios piensan que pertenecen a la clase media sólo por el dinero que ganan. Pero demuestran carencias cuando deben encarar la responsabilidad social, la defensa de la justicia social y la promoción del desarrollo de la democracia. Algunos carecen incluso de profesionalismo y moralidad.”
Los expertos chinos consideran, junto con otros en el mundo, que “la clase media ejerce una influencia estabilizadora en la sociedad”, pero miran con inquietud como ahora son los sectores medios los que en muchos países encabezan movilizaciones y protestas por temas de educación, desempleo, calidad de vida o resguardo del medio ambiente. El tema también ya lo tienen en casa, como lo demuestran las manifestaciones en Dalian y otras ciudades frente a fábricas peligrosas y contaminantes: allí la clase media, especialmente joven, sólida en su economía y educación, se articula organizándose a través de los teléfonos móviles y de sus redes sociales.
Esa creciente clase media es una oportunidad para las estrategias de inversión y consumo. En mayo de 2011, el gigante de la gestión de fondos Fidelity International lanzó su China Consumer Fund, ofreciendo una cartera accionaria ligada a empresas de desarrollo, industria y venta de bienes y servicio, que cotizan en China, Hong Kong y Taiwan. No son los únicos. Y en el consumo las grandes multinacionales de bienes y de la publicidad se concentran en ese mercado y su futuro.
Chile puede trabajar este tema con China, más allá de las dimensiones de cada país. La densidad que las clases medias traen a los sistemas financieros, educacionales, desarrollo urbano, constitución familiar, modernizaciones y movilidad social es muy amplia. Por nuestra historia lo sabemos. Los chinos desean que se lo contemos.