IA y biotecnología: cómo contener la ola que viene
MAXIMILIANO SANTA CRUZ Socio Santa Cruz IP, exdirector de INAPI
“Cuando la gente me pregunta sobre la inteligencia artificial, sus preguntas casi siempre se reducen a esto: ¿de qué debería preocuparme y qué tan preocupado debería estar? Durante el último año, he respondido diciéndoles que lean The Coming Wave, de Mustafa Suleyman”. Con esa frase, Bill Gates resume la inquietud global frente al cambio tecnológico más acelerado de nuestra era. Y del que Chile tampoco quedará exento.
En su libro, Suleyman sostiene que dos fuerzas —la inteligencia artificial y la biología sintética— están expandiendo de manera radical el poder disponible para individuos, empresas y pequeños grupos. Aunque el debate público se concentra casi exclusivamente en la IA, la biología sintética avanza en paralelo, con la capacidad de rediseñar organismos, producir nuevos materiales, transformar la agricultura y acelerar el desarrollo de terapias. Lo decisivo es que ambas tecnologías, combinadas, pueden amplificarse mutuamente, generando un potencial creativo —y también destructivo— sin precedentes.
“No se trata de frenar la innovación, sino de crear reglas, instituciones y acuerdos capaces de contener los riesgos sin sofocar el progreso. Es un equilibrio complejo”.
Estas son tecnologías duales. En su mejor versión, permiten resolver desafíos enormes: combatir enfermedades, producir alimentos sostenibles, descontaminar o desarrollar vacunas en semanas. En su peor versión, pueden generar riesgos biológicos, desinformación sofisticada o capacidades dañinas al alcance de actores sin supervisión. De ahí la pregunta que articula todo el libro: ¿cómo ponemos límites a los efectos impredecibles que generará la expansión masiva de capacidades que ofrecen ambas tecnologías?
Suleyman llama a esto containment: no frenar la innovación, sino crear reglas, instituciones y acuerdos capaces de contener los riesgos sin sofocar el progreso (hay muchos ejemplos). Es un equilibrio complejo, porque la velocidad de estas tecnologías supera con creces la capacidad de respuesta de gobiernos y reguladores. Y en ese desfase se abren vulnerabilidades profundas para cualquier sociedad.
Chile no está al margen de esta ola. Hoy discutimos una futura ley de IA y el Gobierno lanza en estos días una Estrategia Nacional de Biotecnología. Al mismo tiempo, startups locales trabajan con edición génica, automatización científica y diseño biológico; universidades forman talento especializado; y sectores productivos como salud, alimentos, minería y acuicultura, dependen cada vez más de soluciones tecnológicas de frontera.
Tenemos capacidades, pero carecemos de un marco moderno que articule lo que ya está ocurriendo. La pregunta de Suleyman también es nuestra: ¿cómo contener los riesgos sin renunciar a los beneficios? Si Chile aspira a ser protagonista —y no simple espectador— de esta ola tecnológica, la discusión no puede esperar. La ola viene igual. Lo que debemos decidir es si la vamos a surfear o si dejaremos que nos arrastre. Podemos comenzar por leer The Coming Wave.
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