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Inversión extranjera en energía: con la mira en el “shale” gas

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No es un misterio que nuestro país necesita energía para mantener sus tasas de crecimiento económico. Y esta necesidad no se refiere sólo a contar con un suministro estable que permita el desarrollo de nuestras actividades cotidianas y productivas, sino también a fuentes de energías que conjuguen dos factores: el cuidado del medioambiente y un costo eficiente.

Para un inversionista extranjero, los costos de operación, dentro de los cuales se encuentra la energía, son claves a la hora de tomar la decisión de invertir en un país. El costo de la energía incide en la competitividad del país y urge que exploremos nuevas alternativas.

En el Comité de Inversiones Extranjeras estamos trabajando arduamente para promover la inversión en este sector y hemos comprobado que existe un gran interés de parte de las empresas extranjeras.

Desde marzo hasta hoy, hemos recibido 60 requerimientos de información por parte de compañías interesadas en invertir en energía, que van desde contactos iniciales, hasta la confección de agendas de reuniones con actores relevantes del área en el país, tanto en el sector público como privado.

Asimismo, en septiembre pasado estuvimos en China y Corea promocionando, junto al Centro de Energías Renovables y a ProChile, las oportunidades que ofrece nuestro país en Energías Renovables no Convencionales (ERNC). Participamos en seminarios y en reuniones bilaterales que produjeron mucho interés entre las compañías de esos países.

Y aún hay mucho por explorar, en un mundo que está cambiando.

Una alternativa es el gas natural licuado (GNL), que puede potenciarse atendidas las vastas reservas que existen en el mundo. Dentro de los tipos de gas natural disponibles destaca el llamado “shale gas”, cuya explotación ha experimentado un alza significativa en países como Estados Unidos.

Lo que caracteriza al “shale gas” es la necesidad de implementar métodos de recuperación o estímulos artificiales para que fluya a la superficie. Este tipo de gas pasó de ocupar el 1% de la generación de gas natural en ese país en 2000, a más de un 20% en 2010. Las proyecciones hablan de que cerca de un 46% de la producción de gas natural de Estados Unidos en 2035 será “shale gas”. Su explotación ha generado una baja en los precios del gas y además reducido la dependencia de Estados Unidos, y otros países que han optado por él, de la importación de combustibles.

Es posible pensar entonces que la importación de “shale gas” y la instalación de plantas para su procesamiento en nuestro país, puedan ser parte de la solución de nuestro problema energético, toda vez que ampliar la matriz de países desde donde provienen nuestros suministros energéticos es esencial para reducir riesgos de aprovisionamiento y el poder de negociación de nuestros proveedores. Esto favorece también nuestra independencia y seguridad energética.

En términos de inversión extranjera, este tipo de importación también involucra perspectivas interesantes, porque la instalación de plantas para su procesamiento incidiría en la entrada de nuevos actores internacionales al país. Normalmente esto no sólo tiene como efecto el ingreso de capital extranjero y sus ventajas, sino que involucra la generación de más competencia en el sector y redunda en mejores precios para los consumidores.

El gas natural representa hoy alrededor de un 22% de la matriz energética chilena, porcentaje que podría crecer en el futuro. De la misma manera, la inclusión de ERNC y otras alternativas de energía presentan no sólo un desafío del que nuestro país tiene que hacerse cargo hoy, sino también excelentes oportunidades de negocio que los inversionistas extranjeros ya están explorando.

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