El PIB de China se expandió 7,3% en el tercer trimestre, su menor ritmo desde 2009. La cifra ilustra una de las mayores historias de transformación que están ocurriendo en la economía global. Entre 1980 y 2009, el crecimiento de China promedió 10,1%, ayudando a convertir al gigante asiático en la segunda economía del planeta, y transformando de paso el panorama global.
Sin embargo, la última vez que China creció más de 10% fue en el segundo trimestre de 2010. En los últimos dos años, el crecimiento promedio trimestral ha sido de 7,6%. Desde la crisis de 2008, los principales mercados para las exportaciones chinas han estado tambaleando, pero su mayor desaceleración ocurrió después, en 2012. El menor dinamismo refleja, en gran medida, el inicio de una nueva fase en su ciclo de desarrollo, tras un agotamiento del modelo que impulsó su primer salto, con una población que envejece, un sector interno menos dinámico, y una gigantesca mochila de deuda.
Tras 30 años de crecimiento explosivo, una era parece estar llegando a su fin, en un proceso más vertiginoso que la transformación que convirtió a EEUU en la primera potencia mundial, y que probablemente fue acelerado por la propia globalización.