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Los perdedores de la desaceleración

Juan Bravo

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Probablemente ha escuchado en más de una ocasión alguna frase del estilo “el crecimiento sólo le llega a los más ricos de este país”. Las razones de quienes se empeñan en difundir este tipo de ideas son variopintas y van desde la simple “mala memoria” hasta el objetivo definido (normalmente con fines electorales) de desvirtuar el logro de tasas de crecimiento elevadas con el fin de convencer a la opinión pública de que hay otras metas mucho más prioritarias para la sociedad y que –supuestamente- a diferencia del crecimiento sí afectan a una gran parte de la población.

El optar por quitarle prioridad al crecimiento para dedicar los esfuerzos a otros fines es legítimo, pero esto debiera ser sincerado por quienes así lo estiman, ya que no es responsable confundir a la opinión pública haciéndole creer que el crecimiento sólo beneficia a una pequeña parte de la población, cuando los hechos porfiadamente muestran una y otra vez lo contrario. El problema de difundir este mito entre la ciudadanía es que alcanzar tasas de crecimiento altas pierde importancia en el diseño de las políticas públicas, con el argumento de que sólo afecta a los grupos más favorecidos de la sociedad. Lamentablemente la realidad es que los trabajadores de nuestro país son uno de los grupos más perjudicados por la desaceleración económica, ya que como siempre ocurre en estos episodios, esto ha llevado a una importante moderación en la creación anual de puestos de trabajo y a un fuerte empeoramiento de la calidad del empleo. 
Podríamos marcar el comienzo de la desaceleración económica el cuarto trimestre de 2013, cuando el país creció sólo 2,7% tras haber crecido 5% el trimestre anterior. Recientemente se publicó el Imacec de junio, que alcanzó apenas una expansión anual de 0,8%, completando así 3 trimestres consecutivos de desaceleración.

Este pobre desempeño económico ha llevado a que en el segundo trimestre de este año el empleo se expandiera sólo 1,3%, en circunstancias que hace un año atrás lo hacía al 2,2%. Sin embargo, este promedio esconde un fuerte empeoramiento de la calidad del empleo. En efecto, los empleos a jornada completa han sido los más afectados, mientras que el subempleo (trabajadores con una jornada parcial, pero que desearían trabajar más horas) crece con fuerza tras haber caído en forma sostenida durante 2012 y 2013. Así, durante el segundo cuarto de 2014 los empleos a jornada completa tuvieron una variación anual de apenas 0,1%, mientras que el subempleo creció a una tasa de 4,4% anual. Adicionalmente los trabajadores dependientes con contrato escrito decrecieron 0,1%, mientras que los que sólo tienen acuerdo de palabra aumentaron 1,3% anual. Esto refleja que incluso la protección legal más básica se ve afectada con la desaceleración económica. Y para completar la guinda de la torta, los salarios reales en mayo de este año crecieron apenas 1% anual, mientras que el año pasado ese mismo mes lo hacían a una sólida tasa de 5% anual.

En definitiva, los hechos simplemente desmienten aquellas aseveraciones que afirman que el crecimiento sólo le llega a los más ricos de este país. Los trabajadores lo están sintiendo cada vez con más fuerza.

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