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Los teócratas de Irán no arriesgarán perder el control en tiempos turbulentos

David Gardner © 2020 The Financial Times Ltd.

Por: David Gardner | Publicado: Viernes 17 de enero de 2020 a las 04:00 hrs.
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David Gardner

La semana pasada, millones de iraníes llenaron las calles en un estallido de indignación después de que Estados Unidos asesinó a Qasem Soleimani, un audaz general que ocupaba el segundo lugar en autoridad sólo detrás del líder supremo de Irán, el ayatola Ali Khamenei. La muestra de nacionalismo sorprendió incluso al régimen.

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La imagen unos días después difícilmente pudiera ser más diferente. La teocracia de los mulás y los milicianos ahora enfrentan la indignación del público, después de que la Guardia Revolucionaria intentara encubrir el derribo de un avión ucraniano que mató a los 176 a bordo, incluyendo a 82 iraníes.

Una vez más, a un régimen acostumbrado a manipular y coaccionar a su pueblo se le ha recordado que es natural que ese pueblo esté tanto enojado por la intrusión extranjera en sus asuntos, como harto de que los reaccionarios islamistas mantengan a su país aislado del mundo moderno.

La mayoría de la población abrumadoramente joven de Irán no conoce otro régimen que la República Islámica creada por la revolución de 1979 que derrocó al Sha. Sin embargo, se están volviendo cada vez más desafiantes, mejor educados, más conectados digitalmente y más conscientes del mundo que los está dejando de lado. Esto ha llevado a los jóvenes iraníes a dirigir sus quejas incluso directamente al propio líder supremo. Las manifestaciones de esta semana, que siguen a las protestas masivas de noviembre por recortes en los subsidios al combustible, son diferentes a los arrebatos pasados en contra del régimen.

El Presidente Hassan Rohaní fue el principal arquitecto del acuerdo de restricción nuclear que Irán firmó con EEUU y con otras potencias mundiales en 2015, pensado para abrirle las puertas de Irán y de su economía al mundo. Los iraníes de línea dura, ejemplificados por la Guardia Revolucionaria, siempre consideraron el acuerdo como una situación que conduciría al cambio de régimen. El Presidente Donald Trump les hizo un gran favor al hundir el acuerdo, del cual unilateralmente retiró a EEUU en 2018, reimponiendo las sanciones económicas. Los iraníes comunes, quienes reeligieron a Rohaní por un amplio margen en 2017, se sintieron estafados.

Las sanciones estadounidenses ahora están comenzando a colapsar la economía iraní, empujándola de la recesión a la depresión económica. Ésa es la intención de Trump. Pero la Guardia Revolucionaria, y la vasta red de intereses comerciales que ha creado dentro de una economía retorcida por sanciones, parecen poco afectadas. Utilizando la religión como su estandarte de batalla en el extranjero, y las instituciones teocráticas como sus murallas en casa, ellos han gastado vastos recursos durante las últimas dos décadas construyendo un eje chiita, respaldado por Irán, desde el mar Caspio hasta el Mediterráneo.

Actuando a través de fuerzas paramilitares armadas y entrenadas por Irán en Irak, Siria, Líbano y Yemen, ellos han explotado los errores de EEUU y de sus aliados en la región. En la actualidad, dominan el Levante y están ejerciendo presión en las fronteras de los archirrivales: Israel y Arabia Saudita. Pero todo esto acarrea un costo, incluyendo el riesgo de una guerra total.

En el pasado, los teócratas que dominan la política laberíntica de Irán han obtenido cierta legitimidad de la vitalidad de sus instituciones republicanas y de sus ferozmente disputadas elecciones. Ese capítulo actualmente parece haber llegado a su fin, antes de las elecciones parlamentarias del próximo mes que probablemente serán moldeadas en torno a una nueva generación de candidatos de línea dura.

Ali Khamenei tiene 80 años, y la lucha de facciones para sucederlo como líder supremo ya ha comenzado. Los teócratas no tomarán riesgos. Los manifestantes que luchan por una mayor libertad y por una subsistencia digna están arriesgando sus vidas.

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