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Nuevas reglas de despacho eléctrico: ¿caso de “gato encerrado”?

Jorge Quiroz Economista, Presidente de Quiroz y Asociados

Por: Jorge Quiroz | Publicado: Jueves 29 de julio de 2021 a las 04:00 hrs.
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Jorge Quiroz

El gas natural está llamado a jugar un un rol crucial en el proceso de “transición eléctrica”: permitirá reducir sustancialmente las emisiones de CO2, al tiempo que coadyuvará al continuo crecimiento de las ERNC, actuando como energía de base de respaldo. El consenso en dicha materia es relativamente amplio. Sin embargo, hoy se discuten nuevas reglas de despacho eléctrico que podrían comprometer las bondades de dicha “transición”.

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¿De qué reglas se trata?

Como se sabe, las centrales se despachan según costo variable, de menor a mayor, lo que permite generar al mínimo costo posible. El costo variable de la última unidad despachada determina el costo marginal del sistema, que es al que venden energía las centrales que, estando despachadas, están sin embargo “subcontratadas”. Dichas centrales, entonces, dependen del costo marginal para construir sus ingresos.

En el caso de las centrales a gas ocurre que, en ocasiones -en razón de la rigidez de sus contratos de suministro, una infraestructura de almacenamiento costosa y la ausencia de un mercado secundario para el gas-, el generador no puede sino usar el gas que en ese momento tiene a disposición para generar energía, porque de otra forma tendría que “ventearlo” (botarlo al aire). En tales condiciones, bajo las actuales reglas de despacho, la central a gas se declara inflexible y el Coordinador debe despacharla, que es lo que correspondería hacer por consideraciones de eficiencia: mejor generar energía que botar el gas al aire, ¿o no?

Parece que ya no. En efecto, se discute en estos momentos que el Coordinador determine el volumen total de gas que podría declararse inflexible. Ello abre la posibilidad -casi surrealista- de que, en ciertas circunstancias, teniendo una central gas para generar, tenga que botarlo al aire, lo que tiene evidentes efectos adversos sobre su eficiencia a corto plazo, elevando el costo marginal del sistema.

A ello se suma que los proyectos de centrales a gas se harán más costosos e inciertos, atendiendo a eventuales obligaciones, que hoy no existen, de “ventear” por mandato. Ello hará la transición energética menos amigable con el medio ambiente, dándole un mayor protagonismo al combustible diésel -que contamina el doble, pero que sí se puede almacenar- como energético de respaldo de las ERNC. Asimismo, habrá efectos adversos sobre los consumidores finales, porque después de todo, alguien tiene que pagar la ineficiencia.

La regla propuesta es tan peculiar que invita a conjeturar si acaso no hay “gato encerrado”. ¿Quién gana con esto? 1) Las centrales de bajo costo variable que están subcontratadas, porque les conviene que el costo marginal sea lo más alto posible; y 2) Los generadores que usan diésel. Atendidos los antecedentes, la regla que finalmente se implemente deberá estar impecablemente justificada, más allá de cualquier duda razonable. La palabra la tiene el regulador.

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