Padre Hugo Tagle

Papa Verde

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 22 de junio de 2015 a las 04:00 hrs.
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Un canto a la creación y un desafío a la conciencia es la encíclica del Papa Francisco sobre ecología y medio ambiente. Quizá podamos habitar en unos siglos más algún planeta lejano pero, en el intertanto, hay que hacerse la idea de reconciliarse con este frágil punto en el universo llamado planeta Tierra.

El título de la carta, Laudato Si, está tomado del canto a la creación de San Francisco, un elogio a ese santo y hombre universal que fue “ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad”, como dice el mismo Papa. La carta urge a hacer cambios en nuestra forma de vida para evitar así un colapso de nuestro cansado medioambiente, generado por nuestra irresponsabilidad en los últimos decenios.

El Papa comienza con una reflexión clave: “¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?”. Preguntas clave para dar sentido al cuidado del entorno ¿Se ha preguntado para qué vive? A partir de ahí, se puede hablar del cuidado del medio en el cual se desarrolla esta vida, la única posible.

Urgen cambios de costumbres para evitar la destrucción del ecosistema, tomar conciencia del “calentamiento global” y buscar así los medios para revertirlo con urgencia. El Papa llama la atención sobre el exceso de consumismo; una “cultura del derroche” que solo denigra al hombre y en la que unos pocos pareciera que viven solo para gastar. Invita a ser austeros y a una vida más sencilla. Los bienes son pocos y deben ser compartidos por toda la familia humana. Lo que uno gasta, lo dejó de consumir otro. La interconexión entre países y personas debe llevar a repensar el ejercicio del poder. “Un mundo frágil interpela nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder”.

La desigualdad y pobreza de vida de millones de personas son una lacra que nos cuestiona, sobre todo a los cristianos: “Deberían exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros. Dejamos de advertir que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta”.

Hay tiempo para revertir este camino de autodestrucción. Tenemos los medios técnicos y la ciencia para hacerlo. Cada pequeño gesto de cuidado de la naturaleza suma. No se quede fuera.

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