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Columnistas

Reactivar la hidroelectricidad: clave para la seguridad energética de Chile

PATRICIO POBLETE Presidente Comité Hidráulico Sanitario AICROBERTO LÜDERS Miembro Comité de Energía AIC

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 4 de agosto de 2025 a las 04:03 hrs.

El apagón de febrero pasado expuso la vulnerabilidad del sistema eléctrico chileno, cada vez más dominado por fuentes de energía renovables como la solar y la eólica; las que, si bien son un aporte fundamental a la descarbonización de nuestra matriz energética hacia 2035 y tienen un bajo costo de implementación y producción, aún son intermitentes, tienen poca capacidad de almacenamiento y no cuentan con la inercia suficiente para una partida en negro (black start) de la red, aun cuando los proyectos de almacenamiento mediante instalaciones tipo BESS vienen a remediar en parte estos problemas.

En materia de transición energética estamos avanzado en la dirección correcta, pero esta demanda también ser segura y una buena solución para ello es retomar la generación hidroeléctrica, la que paulatinamente ha sido dejada de lado aproximadamente desde 2016.

“Si el país quiere mantener su liderazgo en descarbonización, sin exponerse a nuevos apagones, debe volver a mirar los ríos con estándares del siglo XXI”.

La hidroelectricidad aporta tres servicios auxiliares críticos: i) potencia firme, ii) inercia rotatoria y capacidad de black‑start para levantar la red tras un corte, y iii) almacenamiento natural de larga duración, con costos nivelados de 80‑120 USD/MWh, menores que las baterías químicas para más de 6‑8 horas de descarga.

Para esto, debemos retomar nuestra capacidad de desarrollo aún no explorada, la que se estima en unos 6 GW hidro económicamente viables, utilizando herramientas modernas como nuevos embalses multipropósito de mediano tamaño en cuencas ya intervenidas, repotenciación de centrales existentes utilizando tecnología de punta para el equipamiento hidro y electromecánico, nuevas centrales de pasada, proyectos de bombeo reversible y de bombeo con agua de mar (desalada, con desaladoras multiusuario) en cuencas costeras degradadas, entre otros, siempre con participación temprana de comunidades y caudales ecológicos garantizados.

Chile no necesita mega presas que tengan un alto impacto ambiental y que cuya tramitación se alargue innecesariamente por dificultades por todos conocidas.

Es necesario que la inversión regrese a este sector, con ajustes a la actual regulación como ventanillas ambientales “uno‑a‑uno” para proyectos renovables con almacenamiento; asimismo, se requieren subastas de capacidad firme a 20 años que reconozcan el valor de la inercia y servicios complementarios y un mercado de servicios de red bien remunerado.

El recordatorio del 25 F fue inapelable: la seguridad energética es un bien público. Si Chile quiere mantener su liderazgo en descarbonización sin exponerse a nuevos apagones, debe volver a mirar los ríos con estándares del siglo XXI, y retomar la senda de la hidroelectricidad como el cimiento flexible de su matriz. No es retroceder y negar el aporte de otras fuentes energéticas; es complementar la transición con una mirada a futuro sustentable y resiliente.

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