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Rodrigo Aravena

Momento crítico para las finanzas públicas

RODRIGO ARAVENA GONZÁLEZ Economista Jefe Banco de Chile

Por: Rodrigo Aravena

Publicado: Lunes 20 de octubre de 2025 a las 04:03 hrs.

Rodrigo Aravena

Rodrigo Aravena

No es casualidad que cada vez se hable más sobre política fiscal. Aunque es positivo que los temas económicos formen parte del debate nacional, lo preocupante es que esta atención ha surgido tras el marcado deterioro que han sufrido las finanzas públicas en los últimos años. En poco tiempo, lo que antes era una fuente de estabilidad y escasas sorpresas se ha convertido, junto al empleo, en la principal preocupación macro.

Más allá de algunos análisis aislados —con evidentes sesgos políticos por sobre técnicos— que minimizan esta situación (algo esperable en un año electoral), el deterioro fiscal es innegable. Así lo evidenció de forma clara y contundente el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) la semana pasada en el Congreso, subrayando la necesidad de realizar ajustes en diversas áreas.

“Es necesario generar incentivos que promuevan el cumplimiento de los objetivos establecidos al inicio de cada gobierno. Bajo el esquema actual, los gobiernos definen sus metas de balance fiscal, pero no enfrentan consecuencias -más allá del costo reputacional- al no cumplirlas”.

Entre ellos, creo fundamental relevar la urgencia de reducir el gasto público, una postura difícil de refutar. Desde 2014, el gasto ha crecido en promedio cerca de un 5% anual, mientras que la economía lo ha hecho a un ritmo de apenas 2%. Más allá de desviaciones puntuales —como las que ocurren en períodos de recesión—, resulta insostenible mantener un gasto que crece al doble de los ingresos. Esta dinámica ha sido una de las principales causas del aumento sostenido de la deuda pública, que se ha multiplicado más de 10 veces como proporción del PIB. Por ello, el CFA ha planteado explícitamente la necesidad de esfuerzos adicionales para contener el gasto, una tarea aún más compleja considerando los compromisos de gasto ya adquiridos hacia el futuro.

Además, es necesario mejorar el diseño institucional de la política fiscal, para generar incentivos que promuevan el cumplimiento de los objetivos establecidos al inicio de cada gobierno. Bajo el esquema actual, los gobiernos no solo definen sus metas de balance fiscal, sino que también no enfrentan consecuencias —más allá del costo reputacional— al no cumplirlas. Como resultado, el incumplimiento de las metas fiscales en los últimos tres años, tal como advirtió el CFA, representará un desafío mayor para la próxima administración. Dado que los déficits se han vuelto persistentes desde 2012, es urgente discutir mecanismos que activen ajustes ante desviaciones significativas, a la vez que sería conveniente fortalecer el rol del CFA, especialmente como contrapeso en esta materia.

También sería positivo perfeccionar los procesos de estimación del precio del cobre de largo plazo y del PIB tendencial, cuyos errores han contribuido —aunque no exclusivamente— a la sobreestimación de los ingresos fiscales.

El escenario actual, marcado por bajo crecimiento, mayores presiones de gasto y tasas de interés más altas, exige reconocer que, si realmente se quiere contener la deuda, el gasto no puede crecer más de un 2% anual. La buena noticia es que existe una conciencia transversal sobre los riesgos de mantener el rumbo actual. Por ello, no basta con tener buenas propuestas: es imprescindible generar las condiciones que brinden una base de apoyo político para llevarlas a cabo. Cuanto más se demore este ajuste, más doloroso será, especialmente para los sectores más vulnerables.

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