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Una decisión incierta

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Las expectativas para la Tasa de Política Monetaria (TPM) han experimentado una fuerte volatilidad en los últimos meses, especialmente a partir de abril donde los datos confirmaron que la actividad económica a nivel local se estaba desacelerando más rápido que lo previsto. Indudablemente la probabilidad que el próximo movimiento de política monetaria sea a la baja y que se materialice durante el segundo semestre del año se ha incrementado. En este sentido, la evolución implícita en los instrumentos de mercado internalizan dos bajas de 25 puntos base cada una en el segundo semestre del año. Pese a esto, también existen razones para asumir que finalmente la TPM se mantendrá en 5% en el resto de 2013.



La reciente evolución de las expectativas de inflación implícitas en los instrumentos de mercado permite asumir que el Banco Central está menos ansioso por bajar la TPM. En el comunicado de la reunión de Política Monetaria de mayo, se indicó que “las expectativas inflacionarias derivadas de las encuestas permanecen en torno a la meta en el horizonte de política”. En ese momento, los instrumentos de mercado asumían una inflación implícita para 5 y 10 años de 2,55% y 2,63% respectivamente, muy por debajo de la meta, lo que junto a la desaceleración de la actividad hacían inminente una baja en la tasa independientemente de las encuestas. Si bien pudieron existir factores idiosincráticos del mercado de renta fija que determinaron esas cifras, persistencia en esos valores habrían sido clave en la decisión de política. Sin embargo, los datos actualizados muestran una convergencia casi al 3% en los mismos plazos, lo que permitió que en el último comunicado el Banco Central se refiriera a las expectativas en general y no sólo a las encuestas.

Por otra parte, es un hecho que la economía se ha desacelerado más de lo previsto durante 2013. Sin embargo, el consumo interno crece a un menor ritmo, pero aún sigue muy dinámico y las compras de bienes durables incluso se han acelerado en los primeros meses del año. Esto es relevante en un contexto de elevado déficit de cuenta corriente con un precio del cobre en promedio por debajo de lo esperado, combinación que hace difícil adoptar la decisión de bajar la TPM para incentivar el gasto interno. Adicionalmente, la desaceleración del gasto ha estado liderada por el menor crecimiento de la inversión, particularmente en maquinarias y equipos. Lo anterior producto del excepcional crecimiento de la inversión en minería en 2012, que podría rendir sus frutos durante el segundo semestre del año. A esto se suma que los datos de importaciones de bienes de capital muestran que su crecimiento podría estabilizarse.

La economía estaría desacelerándose pero convergiendo a su crecimiento potencial, en un contexto de elevado déficit de cuenta corriente y dinámico consumo. Las expectativas de inflación de mediano plazo están ancladas a la meta y el diferencial de tasas a distintos plazos con el resto del mundo ha disminuido en las últimas semanas. En conclusión, no sería inminente una baja en la TPM. Sin embargo, el riesgo de una desaceleración más pronunciada se mantiene, particularmente en un año de elecciones.

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