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Una mala película llamada “concesiones de infraestructura”

Nicolás Balmaceda

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El año pasado mi mujer me invitó a ver “El Lado Bueno de las Cosas”. Al comprar las entradas nos mandaron a la Sala 8. Media hora después de ver granjeros persiguiendo gigantes pregunté a un vecino qué película veíamos y me dijo: “Jack el Caza Gigante”. En la boletería nos imprimieron mal las entradas resultando que no sólo nos perdimos una gran película, sino que vimos parte de un bodrio al que no estaba invitado.

Los actores de las concesiones de infraestructura en Chile hoy experimentan algo similar.

Las concesiones para la construcción y operación de obras públicas constituyen una exitosa práctica de asociación público-privada que por 20 años nos ha dotado de infraestructura clave para el desarrollo en vialidad y transporte, servicios públicos, puertos y aeropuertos, recursos hídricos y energía. Nos paseamos por el mundo invitando a invertir en Chile para suplir nuestro déficit en infraestructura, calculado por la CChC en US$ 60 mil millones. La Presidenta lanzó un “Plan Infraestructura, Desarrollo e Inclusión” por US$ 30 mil millones. Sea cual sea la cifra, se trata de recursos que no tenemos, pero que si logramos invertir nos permitirían alcanzar la meta de un país más inclusivo y competitivo.

Durante mucho tiempo parecía que teníamos la receta, pero hoy, como en tantas otras discusiones, se ha instalado un ánimo revisionista y refundacional del que debemos hacernos cargo. Pequeños grupos de interés se toman el timón. Una federación estudiantil, un par de diputados, una alcaldesa y trabajadores de la salud se alzan contra estas concesiones, ya que consideran que los recursos para estas obras deben provenir de arcas fiscales, fundados en razones ideológicas y supuestos técnicos equivocados (que el Estado construiría obras más baratas, en plazos más breves y de mejor calidad). Lamentablemente, esas voces encuentran eco y el Gobierno ya dio un mal paso anunciando la construcción de cárceles y hospitales con inversión directa, abortando procesos de licitación de cinco hospitales concesionados. ¿Será esto suficiente para los operarios de la retroexcavadora? No, pues ahora piden dejar sin efecto licitaciones ya adjudicadas y tomadas de razón por la Contraloría.

Si queremos nueva y mejor infraestructura, claramente estamos mandando a los actores de la industria a la sala equivocada. Nada les impedirá darse cuenta que ésta no es la película a la que fueron invitados y decidir cambiarse a otra sala del barrio.

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