Editorial

Chile y el persistente reto de la naturaleza

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Cuesta pensar en un país que pueda ser sacudido por tres terremotos de una potente magnitud superior a 8 en poco más de cinco años. Pero así ocurrió en el nuestro con el sismo del miércoles pasado, que además de la más de decena de víctimas fatales que lamentar y daños principalmente en el litoral y en torno al epicentro en la Región de Coquimbo, demostró que la población supo reaccionar ante una naturaleza que se resiste a permanecer quieta.

Quizás justamente por la persistencia en la memoria del terrible movimiento que azotó a la zona centro sur el 27 de febrero de 2010 y el del 1 de abril de 2014 en el norte, la semana pasada cerca de 1 millón de personas en la costa evacuaron espontáneamente y también ante la alerta de las alarmas luego del cataclismo que remeció desde la Región de Atacama hasta La Araucanía, y tras cruzar la cordillera llegó a percibirse hasta la costa del Atlántico. La cautela primó en la gente por sobre las acciones precipitadas.

Por cierto, el mayor terremoto que se ha registrado en el mundo durante este año también mostró a una autoridad cuya primera reacción distó mucho de las falencias, confusión y contradicciones que incluso contribuyeron a agravar la situación en las localidades costeras arrasadas por la tragedia del 27-F.

Aún antes del inicio de Fiestas Patrias -sin duda ensombrecidas por el sismo- comenzaron los trabajos de reconstrucción en las zonas afectadas. Y mientras siguen las evaluaciones de daños y entrega de ayuda, es evidente que los chilenos una vez más se están levantado con la frente en alto entre terremotos, aluviones y erupciones, fenómenos de los que se han aprendido lecciones.

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