Editorial

Controversia por ranking del Banco Mundial

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Las últimas jornadas han estado profundamente marcadas por la controversia que desató el economista jefe del Banco Mundial, Paul Romer, quien en entrevista con el Wall Street Journal instaló un clima de sospecha respecto de uno de los rankings más renombrados que elabora ese organismo multilateral.

Según las palabras del alto ejecutivo, en los últimos años el desempeño de Chile y otras naciones en la medición habría sido peor que el que correspondía de no haberse realizado modificaciones metodológicas aparentemente inadecuadas y eventualmente amañadas con sesgo político, lo que habría perjudicado especialmente a la administración de Michelle Bachelet.

Tras una verdadera tormenta política, con el correr de los días el episodio ha progresado más bien en la dirección de poner en cuestión las aseveraciones del economista jefe del Banco Mundial, quien, según se desprende de las últimas declaraciones oficiales de dicha entidad, obró de manera desafortunada y sin evidencia que avalara una manipulación metodológica desfavorable a nuestro país.

El caso, si bien comienza a desdibujarse como una suerte de complot perverso en contra de Chile, no debiera dejar de preocupar a las autoridades salientes y entrantes. En efecto, en un país que requiere urgentemente reencontrar los consensos para retomar la senda del crecimiento y la inversión, la cuña divisoria de espíritus que ha introducido el economista jefe del Banco Mundial ha terminado haciendo un daño equivalente o incluso superior al que él deslizó en su entrevista, con la cada vez menos creíble manipulación del ranking Doing Business, de la que el propio Romer tardíamente se desdijo.

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