Editorial

El negocio del crédito

Durante los 90 y gran parte de la década pasada, el mensaje que las autoridades políticas emitían en cada foro que lo permitía...

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Durante los 90 y gran parte de la década pasada, el mensaje que las autoridades políticas emitían en cada foro que lo permitía y que los líderes empresariales subrayaban como uno de los más notables atributos del país, remarcaba, por un lado, la seriedad, solvencia y disciplina del sector financiero y, por otro, la potencia empresarial del sector retail, impulso que le ha permitido a este sector desplegar una vasta presencia internacional. Junto con esas virtudes era frecuente oír aplausos por la democratización del consumo que ambos rubros permitieron, ya sea por la vía de bancarizar a nuevos sectores o de facilitarles el acceso al crédito.



De un tiempo a esta parte, sin embargo, el tenor ha sido distinto. Ya sea porque en plena crisis de 2008 se le reprochó a la banca un exceso de celo en la cadena de crédito o porque se consideraron excesivas sus utilidades en tiempos de apretura; como también porque en los últimos años y meses distinta situaciones han puesto en el centro de las miradas la forma en que las casas comerciales realizan el negocio del crédito, lo cierto es que banca y retail han estado siendo objeto de constante crítica y condena, en particular desde el mundo político.

Si bien parte del fenómeno se explica por un despertar de los derechos de los consumidores y porque en algunos casos bien precisos se han comprobado situaciones indeseadas -y en uno en particular, el de La Polar, francamente irregulares- se hace un flaco favor al país al estigmatizar estas industrias. Si hay imperfecciones normativas, lo correcto es corregirlas ya. Lo que no corresponde es tender un manto de duda, menos si al hacerlo se quiere sacar algún provecho político.

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