Editorial

El reto del alza del cobre

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El 2017 terminó con una seguidilla de doce días consecutivos de alzas en el precio del cobre, que sólo se interrumpió el viernes 29, pero sin hacer mella en el buen desempeño que tuvo el commodity durante el año.

El valor del cobre cerró ese día en la Bolsa de Metales de Londes en US$ 3,246 la libra y promedió

US$ 2,797 por libra el ejercicio pasado, un incremento de 31% respecto del promedio de 2016.

Es, a todas luces, una noticia muy positiva para el país, por el muy probable aumento en actividad y empleo que conlleva, y para las arcas fiscales, por el gran peso que tienen los excedentes de Codelco en los ingresos del Estado. Pero, al mismo tiempo, pone a prueba una vez más la capacidad de nuestros encargados de las políticas públicas y de las empresas y gremios del sector minero, y empresarial en general, de proyectar estos repuntes hacia un desarrollo sostenible en el largo plazo.

Ha sucedido en ciclos anteriores que aumentos significativos en los precios de nuestro mayor producto de exportación, y que se han prolongado por varios años por lo demás, no han sido bien aprovechados para avanzar en dos tareas fundamentales para contar con un bienestar sólido y con raíces que logren perdurar: elevar la productividad a estándares aún más altos en el sector y diversificar nuestros productos de exportación.

No son retos fáciles. Mejorar la productividad requiere cambios legales y burocráticos significativos y que muchas veces son costosos, y ampliar nuestra base exportadora exige empeño, creatividad y audacia de empresarios y funcionarios públicos. Implica correr riesgos y saber enfrentar las consecuencias si los esfuerzos son fallidos.

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