Editorial

La opinión de la ciudadanía

  • T+
  • T-

Compartir

Un momento complejo en términos de popularidad y aprobación ciudadana se encuentran viviendo la actual administración de gobierno, su mandataria y la agenda de reformas que están impulsando. De acuerdo con la última encuesta de Adimark, la evaluación presidencial y del gobierno no sólo se encuentran en mínimos históricos desde que hay registros, sino que además ambos han estado recorriendo una curva que si bien algunos creen es difícil que ocurra, podría empeorar.

Se trata de resultados que no son indiferentes porque en los últimos meses han sido varias las medidas que se han intentado, infructuosamente, para interrumpir esta dinámica.

Si bien es posible identificar factores propios del ciclo político para interpretar el registro (estacionales o que tienen que ver con el momento del período de gobierno), lo cierto es que lo inédito de los guarismos son las magnitudes alcanzadas en desaprobación y baja aprobación.

Se suman a este diagnóstico otras malas evaluaciones de la ciudadanía encuestada en diversas dimensiones económicas, así como altos rechazos a buena parte de los procesos de reforma que se están empujando.

La opinión de los ciudadanos, recurso muy usado a la hora de argumentar por qué se estiman intransables algunos puntos en la discusión política, está probado que no es estática y que debe ser vista como un insumo relevante a la hora de calibrar la gestión. No significa esto que se deba gobernar al ritmo de la encuestas, sino que entender que los grandes enunciados programáticos con que se sellan las elecciones son justamente eso, sólo grandes enunciados, los que tampoco, muchas veces, son tan conocidos por los electores.

Lo más leído