Editorial

Plan de recuperación: aminorar la incertidumbre

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Se han conocido en estos días algunos aspectos del Plan de Recuperación del gobierno, que se presentaría esta semana, en un contexto en que necesariamente la demanda interna se debe ajustar a un nivel sostenible, luego de los cuantiosos estímulos que se dieron entre 2020 y 2021. El ajuste es de esta forma inevitable en aras de contener las presiones inflacionarias.

Aunque parece en general bien orientado, lo cierto es que no existe mucho espacio fiscal para estímulos significativos.

En términos de generar actividad, lo que se sabe hasta ahora no es muy ambicioso, pero ciertamente tampoco existe mucho espacio fiscal para estímulos significativos. El plan parece, además, bien orientado en los focos: inversión pública, apoyo a empresas de menor tamaño e incentivos a la contratación. Sería importante también que el aumento de la inversión pública se orientara especialmente a temas que mejoren la capacidad productiva.

Más que enfocarse en una recuperación cíclica, lo que requiere el país es enfrentar un bajo crecimiento de carácter bastante estructural. El problema no es la necesaria desaceleración de este año, sino lograr mejores resultados a mediano plazo. El último IPoM mostró que las tasas de crecimiento proyectadas para 2023 y 2024 son insuficientes para satisfacer las demandas sociales.

La situación de corto plazo se ve agravada, además, por la muy elevada incertidumbre institucional que enfrenta el país, la cual reduce mucho la efectividad de cualquier estímulo que se pueda dar al sector privado para que invierta. De hecho, los datos de la CMF muestran una clara preferencia por ahorrar en monedas distintas del peso. Es así como el número de cuentas corrientes en dólares y los depósitos en esa moneda registran tasas de crecimiento históricas, algo consistente con que la posición de activos del sector privado en el exterior ha aumentado en cerca de US$ 100 mil millones en el último par de años.

Dada la situación política del país, esta recomposición de portfolio parece razonable, pero sin duda impacta negativamente a la actividad y el empleo. Son los trabajadores los principales perjudicados por la elevada incertidumbre que están generando los procesos políticos.

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