Editorial

Restricción vehicular en Santiago

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Durante el 2015 se han registrado en Santiago numerosos episodios críticos por contaminación, lo que generó un amplio debate acerca de las medidas necesarias para mejorar la calidad del aire. La propuesta más polémica anunciada por el gobierno fue la eventual introducción de una restricción más permanente a vehículos catalíticos.


Las críticas apuntan a que esta medida tendría efectos ambientales marginales en el corto plazo, puesto que los vehículos livianos son responsables de un porcentaje muy menor de las emisiones de MP2,5, que es el contaminante que se busca combatir. Lo que es más grave, sin embargo, es su efecto de mediano plazo, puesto que estudios realizados para experiencias similares en Chile y el mundo revelan que más temprano que tarde se termina por aumentar el parque vehicular, generando una contaminación aún mayor.


En este contexto, resulta de la mayor relevancia analizar seriamente la propuesta, evitando improvisar con medidas contraproducentes.


De persistir en la idea de aplicar un esquema de restricción vehicular, debe diseñarse de modo que resulte efectivamente en un parque vehicular menos contaminante. Ello significa dejar exentas tecnologías más limpias, que sean suficientemente accesibles para alentar la transformación y evitar que las personas evadan la restricción adquiriendo vehículos más viejos y contaminantes.


Por cierto, podría haber otras medidas más costo-efectivas, como establecer mayores exigencias a las revisiones técnicas, con fiscalización y sanciones efectivas por incumplimiento, lo que generaría una reducción de contaminación del parque automotriz en su conjunto.

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