Recuperar la capacidad de agencia para impulsar transformaciones sostenibles
Por Paz García, facilitadora de Círculos de Liderazgo Femenino, consultora en género y desarrollo humano #SoyPromociona
De los grandes desafíos que enfrentamos como sociedad, hay uno que el último Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024 del PNUD levanta como una alerta urgente: la disminución sostenida de la capacidad de agencia individual y colectiva. Esta se entiende como la habilidad de actuar intencionadamente sobre la propia vida y el entorno, tomando decisiones y ejecutando acciones que generan cambios.
En otras palabras, es la percepción de que tenemos poder e influencia sobre lo que nos sucede y sobre las transformaciones colectivas que queremos impulsar. Según el estudio, el 63% de la población chilena considera que tiene poca o ninguna capacidad para incidir en los cambios necesarios para el país, una cifra que hace dos décadas era de alrededor del 45%. Esta sensación de impotencia -de “no poder hacer”- erosiona los cimientos de la participación, la colaboración y el liderazgo para impulsar las trasformaciones que hoy necesitamos.
En un contexto de transición hacia un nuevo paradigma, donde las certezas del pasado se diluyen y el futuro exige nuevas capacidades, los Círculos de Liderazgo emergen como una respuesta poderosa. Los círculos son prácticas ancestrales que hoy recuperamos para construir confianza: espacios donde prevalece la escucha, la presencia y el respeto por la verdad particular de cada una, generando un ambiente seguro, libre de juicios y jerarquías.
Cuando nos sentimos vistas y apreciadas, se activa nuestra capacidad de agencia, movilizándonos a impulsar las transformaciones que tan urgentemente necesitamos. Transitar desde espacios “seguros” hacia otros de mayor autonomía requiere nuevas habilidades.
En mi experiencia facilitando e impulsando Círculos de Liderazgo Femenino, he visto cómo estos espacios se convierten en verdaderos laboratorios de agencia y transformación. Nos permiten avanzar desde formas de relacionamiento jerárquicas y rígidas hacia dinámicas de coliderazgo y colaboración genuina, donde el saber intelectual se equilibra con la sabiduría emocional e intuitiva como fuentes esenciales de poder.
La sabiduría emocional nos conecta con la empatía, la escucha y la capacidad de tejer vínculos auténticos, mientras la sabiduría intuitiva -tan poco reconocida en los entornos organizacionales- abre acceso a una comprensión más profunda del sentido y la dirección. Cuando mente, corazón e intuición se entrelazan, el liderazgo se vuelve más integral, humano y magnético: uno que inspira y moviliza desde una coherencia interior.
Mi invitación es a atrevernos a liderar desde el ser, cultivando las capacidades internas que fortalecen nuestra agencia individual y colectiva, aquellas que nos habilitan para liderar transformaciones complejas de manera sostenible y humana y que nos permiten cocrear los futuros que anhelamos.
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