¿Cuánto pesa la sostenibilidad en los programas de los candidatos?
Por Gabriel Acuña, líder de sostenibilidad en Deloitte
Lo invito, estimado lector, a un ejercicio sencillo: ponerle nota a la sostenibilidad de los programas de gobierno. Propongo entender la sostenibilidad de un país como la prudencia con que administra sus instituciones y la capacidad de resguardar en el tiempo su soberanía, seguridad, capital natural y prosperidad económica.
Con esa definición en mano, demos una mirada a los programas de los principales candidatos a La Moneda según las principales encuestas: Jara, Kast y Matthei. Esta propuesta se basará en tres dimensiones estratégicas: los minerales críticos, que sostienen la transición energética; la producción de alimentos en un mundo que se acerca a los 9.600 millones de habitantes; y el cambio climático, que condiciona la viabilidad de todo modelo productivo.
En minería, Jara propone aumentar en 25% la inversión, elevar en 10% la producción de cobre y en 30% la de litio en cuatro años, duplicándola en una década. Todo, con más Estado: Empresa Nacional del Litio, nuevas fundiciones vía Codelco, un Instituto de Salares.
Por su parte, Kast plantea fortalecer la exploración con repositorios geológicos, pero sin bajar a una estrategia concreta para cobre o litio. Asimismo, Matthei propuso una Estrategia Nacional de Minerales Críticos con agilización de permisos, invariabilidad tributaria y fast tracks, además de un impulso al valor agregado industrial.
En agricultura, Jara fija metas como certificar el 40% de las exportaciones a 2028 y exigir gestión circular en toda nueva inversión desde 2030, elevando estándares, regulaciones y potencialmente los costos.
Kast propone proyectar a Chile como potencia agroalimentaria, con énfasis en institucionalidad y capacidad de respuesta a riesgos, aunque sin profundizar en qué instrumentos. Matthei combina inversión en riego y embalses, modernización regulatoria, seguridad rural y fomento productivo, con mayor despliegue sectorial, pero también con desafíos de implementación.
En salmones, Jara sugiere descentralizar permisos y crear consejos regionales, sin enfrentar los nudos regulatorios que traban al sector. Kast no incluye propuestas específicas en este sector. Matthei fija como meta aumentar la producción en 50% a 2030, junto con una nueva política de borde costero, innovación tecnológica y fiscalización ambiental.
En cambio climático, Jara habla de metas en desalación, almacenamiento energético y protección de salares, pero sin precisar financiamiento ni gestión. Kast plantea un desarrollo que se complemente con la naturaleza y con la ciencia como soporte de política pública, aunque sin compromisos verificables.
Matthei establece metas internacionales: reducir emisiones a la mitad en 2035 y alcanzar carbono neutralidad en 2050, electrificar el transporte público y avanzar hacia la economía circular. Son compromisos ambiciosos, pero requieren claridad en los instrumentos.
Lo positivo es que los tres coinciden en que Chile debe crecer, y reconocen que el Estado, en su forma actual, es parte del problema que debe resolverse para hacerlo posible. Eso, en sí mismo, ya es un punto de avance. Lo demás, queda en manos del lector: poner la nota a cada programa.
En suma, es una buena noticia que los programas de los principales candidatos se refieran a minerales críticos; pero, al mismo tiempo falta ponerle más atención al sector acuícola por el enorme potencial que tiene para el desarrollo del país. La pregunta que queda de cara a las elecciones de noviembre es: ¿quién efectivamente empujará el empujará el crecimiento sostenible para el futuro?