El cerro no habló, pero los trabajadores sí
Por Carla Mariman, directora ejecutiva y fundadora de Prevenconciencia #SoyPromociona
Más allá de los US$ 300 millones que le costará a Codelco la tragedia de El Teniente, la empresa estatal declaró a Financial Times sobre lo ocurrido el 31 de julio: "el cerro no habló". No hubo señales sísmicas previas al estallido que se llevó seis vidas.
Los mercados reaccionaron con ajustes en proyecciones. A inicios de octubre, el cobre alcanzó su mayor valor en 16 meses, impulsado paradójicamente por accidentes mineros en Chile e Indonesia. Mientras el metal subía, 13 familias en dos continentes bajaban la mirada ante lo irreparable.
Pero hay un costo que ningún estado financiero refleja: Paulo Marín, Gonzalo Núñez, Álex Araya, Carlos Arancibia, Jean Miranda y Moisés Pavez en El Teniente. Siete familias en Grasberg.
Durante dos décadas liderando estrategias de prevención, he visto cómo los incentivos de producción y seguridad coexisten en tensión. Cuando no se gestiona desde el liderazgo, los trabajadores normalizan riesgos para cumplir metas. ¿Será suficiente seguir invirtiendo solo en capacidad técnica?
Un estudio publicado en el Journal of Safety Research (Sedlar et al., 2023) documenta cómo trabajadores se desensibilizan cuando repiten desviaciones que los sistemas organizacionales toleran sin consecuencias. Es la "normalización de la desviación": cómo la rutina vuelve invisible el riesgo real.
En octubre se cumplieron 15 años del rescate de los 33 mineros. Chile mostró al mundo su capacidad técnica para salvar vidas. La pregunta incómoda persiste: ¿hemos invertido de la misma forma en transformar la cultura que evite nuevos rescates?
Esta es nuestra oportunidad. Chile firmó su Política Nacional de Seguridad y Salud de Minería, siendo el primer país en revisar la política del Convenio 176 OIT. Los principios abordan lo tradicional: gestión de riesgos y capacitación técnica. El Campbell Institute plantea que las culturas sostenibles requieren ir más allá: seguridad psicológica, liderazgo empático y narrativas personales.
"El cerro no habló", fue la conclusión técnica. Pero esos siete trabajadores sí hablaban cada noche al llegar a casa. La pregunta persiste: ¿mediremos éxito en toneladas o en vidas que vuelven?
Cambiarla requiere reconocer algo incómodo: los mejores sistemas de seguridad fallan cuando los incentivos premian la producción por sobre las personas. La métrica correcta es simple: cuántos trabajadores llegaron a casa esta noche.