Editorial

La guerra de Putin

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Comenzado ya el tercer mes de la invasión de Ucrania, las acciones de Rusia y su Presidente -y los hechos en el terreno- van dando cada vez más cuenta de un grueso error de cálculo por parte de Moscú, así como de una preocupante disposición a escalar la violencia, incluso más allá del sangriento conflicto en territorio ucraniano.

La semana pasada, el secretario general de la ONU -quien ha reconocido que la organización “falló” al ser incapaz tanto de evitar como de detener la guerra- visitó el Kremlin para reunirse con Vladimir Putin. Al día siguiente, sin embargo, mientras se reunía con el Presidente Zelensky en Kiev, misiles rusos cayeron sobre la capital ucraniana, lo que luego fue confirmado por Moscú.

El miércoles, por otro lado, el lanzamiento de prueba de un nuevo misil intercontinental capaz de llevar múltiples ojivas nucleares fue celebrado por el mandatario ruso advirtiendo que “daría que pensar a los que tratan de amenazar a Rusia”. En paralelo, la estatal rusa Gazprom suspendió los envíos de gas a Polonia y Bulgaria tras su negativa a pagar en rublos como exige Moscú, a lo que al parecer ya habrían accedido algunos de los 23 países europeos que compran el hidrocarburo ruso.

Ayer, en tanto, la Unión Europea anunció el sexto paquete de sanciones contra Rusia, que se suma a la inédita decisión de Alemania de entregar armamento pesado a Ucrania para su defensa, y a los US$ 33 mil millones que la Casa Blanca ha solicitado aprobar al Congreso con la misma finalidad.

Antes que replantear su estrategia, Putin -quien habría despedido a altos mandos militares a los que responsabiliza por informarlo mal sobre la capacidad ucraniana de resistencia- parece decidido a doblar la apuesta, con consecuencias imprevisibles para la seguridad mundial. Al hacerlo, confirma una vez más no sólo la naturaleza autocrática de su régimen de más de 20 años, sino la escasa probabilidad de una pronta resolución del conflicto mientras él siga al mando. Lo que su país pueda ganar con esa postura -hoy o en el futuro- sólo él parece saberlo.

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