Cartas
Cartas al Director
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Enfermedad holandesa
Señor Director:
Valoro el interés de Eduardo Bitrán en su columna de ayer titulada Apreciación cambiaria y enfermedad holandesa, de entrar en un debate que me parece clave para Chile. Sin embargo, quiero precisar que no he planteado en ningún caso que una de las medidas recomendables a tomar sea un tipo de cambio diferenciado, como él me atribuye. He dicho que existen varias alternativas para curar la enfermedad holandesa, todas con costos, citando entre ellas los tipos de cambio diferenciados para el cobre y las demás exportaciones, sin expresarme a favor o en contra de ninguna de ellas, e invitando a una discusión pública sobre las mismas. De hecho, creo que la implementación de una política de ese tipo se presta para la búsqueda de rentas y lo más probable es que termine distorsionando la asignación de recursos con respecto a su óptimo social. Su adopción tuvo en el pasado nefastas consecuencias para Chile.
Rolf Lüders Sch.
Intervención del Central I
Señor Director :
Al llegar a $ 465 el Banco Central anunció la compra programada de dólares. La justificación a un aumento de reservas es por la guerra de divisas a la que Chile se sumó con la intervención. Economías influyentes han estado manejando el precio de sus monedas con las mismas medidas.
El Imacec de octubre dejó claro que el nivel de intervención está en los $ 470, este es el punto donde perdemos productividad en el sector exportador, lo que genera desempleo. No sorprende que la intervención haya sido el primer día hábil del nuevo año, por los efectos inflacionarios que traerá, aunque el Ministro de Hacienda declaró que no habrá tales efectos. El primero de ellos se verá en el alza de las bencinas la segunda semana de enero cuando se sume el aumento del precio internacional del petróleo, $ 20 de aumento por cada dólar. Nuestra dependencia al petróleo afecta en un 25% la medición del IPC.
Hemos transado productividad por inflación. Las exportaciones son motor del crecimiento, pero lo que debe quedar muy claro es quién paga qué. Ciertamente, somos todos los consumidores quienes financiamos esta medida y, de paso, fomentamos un mercado de cobertura de riesgo cambiario ineficiente y a más de algún exportador extractor de materias primas sin valor agregado.
Si bien la justificación está en elementos exógenos, el tema es recurrente, un mercado de cobertura ineficiente y exportadores extractores sin valor agregado con un empleo sensible a la baja del dólar (no necesariamente al alza), por lo que la solución queda en manos del Ministro de Hacienda, no del Banco Central, con un gasto focalizado en aumentar la competitividad del sector exportador, como única respuesta efectiva y de largo plazo.
Alejandro Maureira B.
Universidad Andrés Bello
Intervención del Central II
Señor Director:
Como muchos chilenos he recibido la noticia de la intervención del dolar por parte del Banco Central, una mala, sin duda, ya que a pesar de haber logrado el objetivo de los exportadores, la medida no fue gratis, y los costos, como en la mayoría de las situaciones, son pagados por todos: - Alza en las tasas de interés: Desde un crédito de consumo hasta comprar una casa le saldrá más caro;- Inflación: Un dólar alto eleva costo de la vida, principalmente por bienes importados, partiendo por los combustibles, provocando un freno a la economía, etc.
Lo que queda, finalmente, es una sensación de subsidio a un sector determinado que, gracias a un extenso lobby pudo obtener beneficios para sí mismo.
Christian Szita Szánthó
Oposición constructiva
Señor Director:
Qué importante-se echa de menos- es tener una oposición de alto calibre.Como sabemos, la única forma de enterarnos de nuestras verdaderas falencias es a través de temibles enemigosLa crítica ejerce en política la misma función que en el dolor en el cuerpo humano: llama la atención a todo aquello que no está saludable (Churchill)Ama a tus enemigos, pues ellos te dirán cuáles han sido tus errores (Franklin).
Tus aliados te debilitan, tus amigos te fortalecen (Anónimo).
Elijo a mis amigos por la pinta, a mis conocidos por el carácter y a mis enemigos por su intelecto (Wilde).
Ningún gobierno se puede sostener en el tiempo sin una oposición formidable (Disraeli).
Gabriel Guiloff