“Fascistas”
Señor Director:
Observo con preocupación cómo el debate político se ve entorpecido por quienes, autoproclamándose poseedores de una superioridad moral, descalifican como “fascistas” a quienes votan por José Antonio Kast. Esta actitud no solo empobrece el diálogo democrático, sino que revela una profunda contradicción: mientras pregonan tolerancia, practican la exclusión discursiva.
Quienes así actúan cometen un doble error. Primero, trivializan un concepto histórico grave, vaciándolo de significado real. Segundo, y más grave, asumen que sus oponentes carecen de razones legítimas, atribuyéndoles solo malas intenciones. Esta arrogancia intelectual impide comprender las genuinas preocupaciones ciudadanas que explican dicho apoyo electoral.
El verdadero peligro para la convivencia democrática no son las diferencias ideológicas, sino esta incapacidad de reconocer al otro como interlocutor válido y quienes se creen dueños de la virtud política suelen reflejar, en sus ataques cargados de desprecio, el mismo resentimiento que dicen combatir.
La democracia exige disentir sin denigrar y criticar sin deshumanizar.
Jorge Gacitúa Muñoz
abogado y académico
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