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¿Amerita el escenario actual una intervención cambiaria?

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El escenario actual es muy similar al que se tenía cuando el Banco Central (BC) decidió intervenir en 2011: altos precios de materias primas, bajas tasas de interés externas, bajo crecimiento de las economías desarrolladas y las economías emergentes creciendo con vigor, con tasas de interés más altas y sus monedas apreciándose. Además, el BC justificó la intervención de 2011 con el argumento de fortalecer su posición de liquidez internacional, incrementando sus reservas internacionales (RI) hasta 17% del PIB y, al mismo tiempo, suavizar los efectos que comenzaban a generarse de una apreciación cambiaria.

Al comparar los indicadores de liquidez internacional típicos en 2010 y 2012 se tiene que las RI son 15% del PIB en 2012 y fueron 13% en 2010 (17% en 2011); la razón RI sobre deuda externa de corto plazo es casi la misma en ambos años: 1,67 en 2012 y 1,69 en 2010 (en 2011 fue 2,16); la razón RI sobre importaciones también es muy similar: 0,52 en 2012 y 0,5 en 2010 (en 2011 fue 0,6); la razón deuda externa de corto plazo residual (con madurez a lo más en un año) sobre PIB es 0,16 en ambos períodos (en 2011 fue 0,19). Por tanto, si el BC consideró a fines de 2010 que su posición de liquidez internacional no era la adecuada y se debían acumular reservas, entonces la misma consideración debería aplicar hoy.

Además, al observar la evolución del tipo de cambio real (TCR) y su posible desvío con respecto a sus fundamentos en ambos años, vemos que a fines de 2010 el TCR fue 87,4, apreciado respecto a su promedio histórico y muy cercano al piso del rango que establecen sus fundamentos de largo plazo; además, la apreciación anual durante ese año fue de 3,7%. A fines de octubre de 2012, el TCR se ubicó en 87,5; con una apreciación anual de 8% y, para 2013, se proyecta un TCR cercano a su valor actual. Por lo tanto, si el BC pensó a fines de 2010 intervenir para suavizar (transitoriamente) el ajuste debido a la apreciación cambiaria, entonces el mismo razonamiento debería aplicar en la situación actual.

Dado lo anterior, existen señales de que el BC pudiera intervenir. Ahora bien, si compra dólares, dicha operación la esteriliza a través de la venta de bonos en moneda local para retirar los pesos que introdujo y no modificar la tasa de interés. Claramente, la acumulación de RI trae consigo costos financieros no menores, asociados al diferencial de tasa; por tanto para intervenir, dichos costos deben poder ser financiados por el BC. Finalmente, si saliera a comprar dólares, la gran complejidad para evaluar el efecto de dicha intervención sobre el TCR es que es imposible saber qué hubiera pasado de no haberse llevado a cabo la compra de divisas. No obstante, lo que se puede establecer, es que la competitividad de nuestra economía no mejoraría de forma permanente producto de la intervención: el efecto sería transitorio y el TCR tendería a mantenerse en niveles cercanos al piso del rango aceptable para sus fundamentos.

(*) Esta columna fue elaborada junto a Gian Bonino, analista del Departamento de Estudios de EuroAmerica

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