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Columnistas

DF Tax | Frustración y “permisología tributaria”

Ignacio Gepp, socio de Puente Sur.

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 24 de julio de 2025 a las 04:00 hrs.

Para los que vimos la dura entrevista del exdirector del Servicio de Impuestos Internos con Constanza Santa María de TVN a raíz del pago de contribuciones asociadas a una propiedad no regularizada, la emoción que más se puede palpar del entrevistado es la frustración.

Frustración con el no poder regularizar ante la Municipalidad de Paine los permisos de un inmueble ya construido. Frustración con el no haber pagado las contribuciones correctamente por culpa del SII que no hizo su trabajo, según dice él. Frustración con los mismos funcionarios del SII que no le hacen caso, al afirmar “uno pide muchas cosas, están apurados (…), ojalá fuera tan fácil que yo doy órdenes y todo pasa (…), el mundo no es tan fácil”.

“Con el ocaso de la gestión de Javier Etcheberry hay una oportunidad para su nueva directora, Carolina Saravia, en el sentido de restablecer la confianza en el sistema tributario a través de ejemplos concretos como mejoras al proceso de peticiones administrativas y ciclo de vida”.

Las frustraciones del exdirector respecto a su situación personal nos deberían importar poco. Con todo, lo que esas frustraciones acusan debería ser un balde de agua fría para los ciudadanos que confían o se ilusionan en que las instituciones funcionan.

Partamos con lo más básico, el hecho de que el exdirector del SII admita a la periodista que no pidió permisos para ampliar su casa, ya que “si uno quisiera pedir todos los permisos antes de construir, no podría hacerlo (…)”. Resulta indignante esa afirmación, considerando el nivel irracional de permisología tributaria que su exinstitución demanda de los negocios formales.

Siendo concretos, si hoy un apicultor quiere tener un negocio de venta de miel, puede constituir una sociedad en un abrir y cerrar de ojos. Hasta aquí no hay problemas.

El apicultor sabe de abejas perfectamente organizadas, pero no de burocracia tributaria. Ergo, le pide a su contador que sea su representante legal ante el SII. Cuando este último solicite RUT para la sociedad del apicultor, le van a pedir acreditar sus poderes, trámite que hoy se ha  transformado en un parto. No basta, dicen en el SII, que quien representa legalmente a una empresa tenga poderes amplios ante la administración tributaria, sino que también es necesario que tenga facultades para disponer de bienes como patrón de fundo, o para ser notificado de demandas comerciales. ¿Será que el SII tendrá una crisis de identidad, percibiéndose como un banco o Dicom por la mañana y administración tributaria por la tarde?

Después de esta inspección, el contador declarará el inicio de actividades de la sociedad, donde ojalá el SII esté de acuerdo con el negocio informado. Posteriormente, el contador pedirá la verificación del domicilio de la sociedad, y en otro paso separado, para poder facturar, solicitará la verificación de actividades de la sociedad recién creada, donde se genera una nueva revisión (porque con tres no bastan) sobre si el apicultor tiene ya sus abejas, colmenas, frascos, etiquetas, centrifugas, miel cosechada, y una fila de clientes fuera de su local. Básicamente se le pide a un recién nacido tener título universitario y trabajo. Ridículo.

Estos pasos los viven las empresas a través de lo que es conocido como una petición administrativa, que no es sino el esfuerzo ciudadano para poner en movimiento al elefante estatal, metáfora injusta porque el elefante es más ágil. El proceso de tener un negocio regularizado ante el SII que deja el exdirector se ha vuelto eterno, pero a diferencia de su casa que sí pudo ser construida y ampliada, un negocio sin facturar no puede legítimamente existir.

El sistema de peticiones administrativas del SII es un proceso quebrado, fallido, donde con ansiedad la administración tributaria prefiere dar portazos, forzando al contribuyente a volver a iniciar y así, no seamos modestos, reiniciar todos los plazos de resolución del caso. Su lema: que el problema sea del SII del futuro, no del SII del presente.

Estructuralmente aquí hay tres problemas que se pueden identificar y se deben abordar:

  • Se piden múltiples tramites en orden secuencial y no simultáneos;
  • Cada paso involucra a un revisor distinto, con criterios distintos; y,
  • Si el revisor no está de acuerdo, da por terminado el trámite con una liviandad alarmante, desligándose y forzando a comenzar de nuevo con otro revisor.

Empresa en un día: la gran mentira de Chile.

Pensando de buena fe (a ver si se contagia), creo que quienes dirigen al SII simplemente no quieren dar espacio a mafiosos tributarios y por eso han estructurado controles más estrictos que los que hay para entrar a Colina 1. Pero, entre las declaraciones del exdirector sobre sus intentos por blanquearse y la realidad de quienes somos aliados del cumplimiento tributario (algo que el ministro Marcel se rehúsa a entender), hay dos tristes conclusiones:

  • Algunos planes de control han convertido al SII en una versión minúscula pero igualmente tóxica de un Estado Policial que impide el desarrollo de negocios formales por temor al fraude. No es posible vivir en constante desconfianza.
  • La implementación de estos controles es paupérrima no por su diseño conceptual, sino por la forma en que estos son ejecutados, y en eso poco pueden hacer las autoridades superiores si, como parece denunciar el exdirector, no les hacen caso.

Quienes somos contribuyentes, los fiscalizados, los abusados, los frustrados, no hacemos más que intentar sobrevivir a este ejercicio que se asimila a un “el que baila pasa” de la administración tributaria chilena, con la sutileza de que la música cambia con cada revisor.

¿Quieren esto los altos directivos del SII? Estoy convencido de que no, y que el proceso de peticiones administrativas y los trámites de ciclo de vida fiscal pueden mejorar si se pone en el centro la comunicación, la experiencia de los usuarios y la responsabilidad sobre el proceso.

Las autoridades deben y pueden tomar la ocasión de la renuncia del exdirector para:

  • Sincerar si en su temor por el fraude, no se han convertido en una razón más para que gente como el exdirector haga obras en su casa sin pedir permiso, lo que en el mundo tributario es equivalente a operar sin estar regularizado. Golpe avisa, le dicen algunos.
  • Cuestionar si los costos en tiempo y productividad impuestos por las medidas de control asociadas al ciclo de vida de los contribuyentes son coherentes con un gobierno que impulsa un Gabinete Pro Crecimiento y Empleo.
  • Dudar el nivel de control que tienen dentro del SII, y si sus programas se están cumpliendo por unidades que a ratos operan como repúblicas independientes.

Con el ocaso de la gestión de Javier Etcheberry hay una oportunidad para su nueva directora, Carolina Saravia, en el sentido de restablecer la confianza en el sistema tributario a través de ejemplos concretos como mejoras al proceso de peticiones administrativas y ciclo de vida. Dejar pasar esta oportunidad, al igual que no pagar las contribuciones, es inexcusable. De lo contrario, todos seguiremos igual de frustrados.

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