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El autogol del litio

Chile es el único país del mundo que considera estratégico al litio. Sin embargo, esta condición nunca ha sido acompañada de un tratamiento de estado a la altura de ello, por lo que al cabo de los años...

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Chile es el único país del mundo que considera estratégico al litio. Sin embargo, esta condición nunca ha sido acompañada de un tratamiento de estado a la altura de ello, por lo que al cabo de los años lo “estratégico” se ha convertido más bien en una camisa de fuerza contraproducente a los intereses de Chile, ya que ha impedido su explotación salvo excepciones. En efecto, en las tres décadas de cualidad estratégica, no se ha potenciado su investigación en el país ni tampoco se han concretado las expectativas de uso nuclear que gatillaron su estatus especial. Lo que sí se concretó fue el avance extraordinario de la industria electrónica para la cual el litio es un elemento crucial en el almacenamiento de la energía.

El enfoque necesario para Chile hoy es el de comprender que así como nos hemos beneficiado de la gran revolución de la electrónica a través de nuestro rol preponderante en la producción de cobre, material fundamental y muy competitivo en el mercado de la transmisión de la energía, debemos considerar que la etapa más intensiva que viene en la revolución electrónica es en el mercado del almacenamiento de la energía, en el cual el litio parece tener ventaja sobre otros materiales como el níquel y/o el cadmio.

La carrera por tomar posiciones en el creciente mercado del almacenamiento de la energía ya ha comenzado. El auto eléctrico comienza a ser una realidad y será el estándar en la locomoción del futuro. Sin embargo, no es sólo allí donde el almacenamiento de la energía es relevante, ya que la vida cotidiana tenderá a necesitar dispositivos electrónicos, como computadores y teléfonos inteligentes, con cada vez mayor autonomía y capacidad, por lo que la demanda de almacenamiento de energía será enorme.

Es por eso que las grandes automotrices y líderes de la electrónica de países como Japón, Corea del Sur y China, buscan concretar su acceso a recursos de litio principalmente en América Latina. Sin embargo, dadas las restricciones en Chile, hasta ahora lo han hecho en Argentina e incluso piensan en Bolivia.

Lo anterior demuestra que Chile no es el único país con recursos de litio, lo que echa por tierra otro de los mitos sobre este asunto, y que nos atribuía prácticamente el monopolio de este elemento. No siendo así, sí es cierto que los recursos chilenos son muy competitivos respecto a otros países, especialmente con el recurso superlativo del Salar de Atacama. La singularidad de este salar en cuanto a su grado de concentración, baja de impurezas y condiciones de evaporación solar, obligan a la política pública a asegurar que está capturando su verdadero valor económico. Hoy son dos compañías las que usufructúan de la explotación del litio a través de contratos directos con Corfo, prácticamente el único camino disponible hasta ahora para explotar litio en Chile.

Dados los cambios en el mundo y las oportunidades que se abren, mantener el statu quo en el litio para que otros países ocupen el lugar que por condiciones naturales Chile debe ocupar, sería el peor autogol que podríamos cometer. O el país asume la cualidad estratégica de verdad o se avanza en cambios que permitan su explotación. Mejor aún si se consigue conciliar ambas cosas.

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