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El caso Castilla y el problema energético: un juego de suma cero

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La teoría de juegos nos enseña que en un juego de suma cero la ganancia o pérdida de un participante se equilibra con las pérdidas o ganancias de los otros participantes. El caso Castilla nos muestra esta cruda y deficiente realidad. Uno perdió y el otro salió victorioso, pero al final el país no ganó porque existe estancamiento respecto de una realidad que es objetiva: se detiene la generación de más de un 25% de la energía necesaria para el desarrollo en los próximos diez años. Entonces, todos perdimos, especialmente las personas de escasos recursos.

Los involucrados en esta controversia, al estimar que sus intereses son totalmente opuestos, han obstaculizado un proceso de comprensión de los mismos y de generación de opciones de mutuo beneficio. Enfrentados a este conflicto, pensando en la falacia del juego suma cero, las partes han optado por lo menos eficiente -entregar la solución a un tercero, esta vez en los tribunales-, sabiendo de antemano que con una sentencia no generarían valor para todos.

Un sistema social como nuestro país, con sus instituciones -Congreso, gobierno, ONG, los ciudadanos- necesita urgentemente generar opciones en materia energética; de otra manera, seguiremos sumando cero. Esto porque si examinamos el problema como un conflicto que debiera negociarse, apreciamos que la controversia se ha definido en términos de antagonismo, en que las partes disputan un valor al que ambas creen tener legítimo derecho, por lo que ha sido imposible buscar opciones y generar valor -uno necesariamente debe ganar a costa del otro que debe salir derrotado. Por el contrario, si las partes involucradas en esta controversia se abrieran a la posibilidad de formar un sistema colaborador podrían, y de seguro lo harían, descubrir que el problema que tienen es algo que puede ser mejor tratado y resuelto por los intervinientes -negociadores- si lo enfrentan unidos. Incluso, pueden llegar a descubrir una oportunidad de crecimiento que sólo pueden abordar entre todos.

Veamos un ejemplo de la generación de opciones en esta dimensión social. El esfuerzo que hicieron los industriales japoneses en la década del 60 del siglo pasado, para enfrentar juntos los desafíos del mercado mundial. Más que competir entre sí, y antes de pelear fuertemente por vender el producto de su empresa compitiendo entre ellos, optaron por colaborar con el objeto de posicionar la “marca” Made in Japan como sinónimo de calidad (Morita, 1987). Sabemos que lo lograron, especialmente si, antes de comprar algún producto, usted pregunta si es “japonés japonés” o busca la famosa frase que le dará garantía de excelencia: made in Japan.

Tenemos un desafío país: generar valor a partir de las diversas apreciaciones de este conflicto. No obstante, tal como se ha abordado el problema, seguiremos sumando cero hasta que la luz se apague. En ese momento, como ciegos, intentaremos solucionar un conflicto que probablemente se haya escapado de nuestras manos. Esperemos que este nudo se resuelva aún con luz. La responsabilidad es de todo nuestro sistema social y el fracaso, la suma cero, puede costarnos muy caro.

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