El dólar y el daño causado
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La Reserva Federal de Estados Unidos está siendo ampliamente responsabilizada de la reciente erupción de volatilidad en los mercados emergentes. Pero, ¿es la Fed sólo un chivo expiatorio?
Es más fácil culpar a la Fed por los problemas económicos de hoy día de lo que es hacerlo sobre la persistente desaceleración de China, que refleja los encomiables esfuerzos de los funcionarios chinos por rebalancear su economía. Del mismo modo, Japón y su “Abenomics” deprimiendo al yen, complica la formulación de políticas para los países vecinos, pero también constituye un encomiable esfuerzo para traer la deflación a un final largamente pendiente. Así que, de nuevo, es más fácil culpar a la Reserva Federal.
Y para las economías emergentes afectadas, el retiro gradual del enorme programa mensual de compras de activos de largo plazo -el así llamado alivio cuantitativo (QE)- es ciertamente más fácil de culpar que su propio fracaso de moverse más rápido en reformas económicas.
Aún así, la Fed no debería ser absuelta de toda culpa. La perspectivas de tasas de interés más altas en EEUU debilita el incentivo para los inversionistas de poner capital en las economías emergentes de manera indiscriminada. Una confluencia de factores puede haberse combinado para desbaratar el tinglado de los mercados emergentes y el tapering de la Fed es, ciertamente, uno de ellos.
Llama la atención, por lo tanto, que la Fed no haya hecho ningún esfuerzo para tener en cuenta el impacto de sus políticas en las economías emergentes o el regreso de los flujos a EEUU. Las naciones emergentes representan más de un tercio del PIB mundial y han contribuido considerablemente a más de un tercio del crecimiento del globo en los últimos años. Lo que sucede en los mercados emergentes no se queda en los mercados emergentes. Cada vez más, lo que pasa ahí tiene la capacidad de afectar a EEUU.
Sin embargo, los funcionarios de la Fed, aunque han comentado copiosamente sobre los motivos para reducir el QE, nada han dicho sobre el impacto en los emergentes. No han dado indicios de estar conscientes de que la política monetaria de EEUU puede afectar eventos fuera de su estrecho rincón del mundo.
Este silencio es aún más notable en vista de otros dos acontecimientos recientes en Washington. En primer lugar, el Congreso de EEUU, como parte del reciente acuerdo sobre el presupuesto del gobierno, se negó a autorizar un aumento de la suscripción de la cuota de EEUU para el Fondo Monetario Internacional.
El otro acontecimiento fue la decisión de hacer permanentes los acuerdos de swap de dólar puestos en marcha durante la crisis financiera por la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y los bancos centrales de Canadá, Reino Unido, Suiza y Japón. Bajo estos acuerdos, la Fed está dispuesta a prestar dólares a este puñado de bancos centrales extranjeros favorecidos, en un reconocimiento de la función única del dólar en los mercados financieros internacionales.
Pero EEUU ha ofrecido proporcionar dólares sólo a unos pocos privilegiados. Y en sus declaraciones y acciones de política, se ha negado a reconocer su responsabilidad más amplia en la estabilidad de la economía mundial.
Entonces, ¿qué debería la Fed hacer de manera diferente? En primer lugar, debe negociar de inmediato líneas de swaps en dólares permanentes con países como Corea del Sur, Chile, México, India y Brasil.
En segundo lugar, la Fed debería ajustar su retórica y, en caso necesario, sus políticas para reflejar el hecho de que sus acciones afectan de manera desproporcionada a otros países, con repercusiones en la economía de EEUU. ¿Podría esto significar que la Fed debería reducir la velocidad del retiro del programa de estímulo? Sí, podría.
La Fed podría dudar en extender líneas de swaps adicionales, porque hacerlo podría exponerla a pérdidas en monedas extranjeras, podría preocuparle antagonizar con aquellos países que no las recibirían y, además, puede temer críticas del Congreso en cuanto a sobrepasar los límites de su mandato si sus mensajes y políticas reconocen sus responsabilidades globales.
Si los políticos estadounidenses están preocupados por estos temas, su única opción es aceptar aumentos de las cuotas para el FMI, permitiendo así a la responsabilidad de la estabilidad financiera internacional migrar de vuelta a donde pertenece: una organización internacional legítima.
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