El incordio de las tablas de expectativas de vida
Álvaro Gallegos ExSuperintendente de Pensiones, Miembro del Foro para un Desarrollo Justo y Sustentable
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Álvaro Gallegos
El uso de las Tablas de Expectativas de Vida y Mortalidad (TEVM) en el cálculo individual de las pensiones debe ser desechado y el riesgo residual de longevidad ha de ser asumido por el Estado. Ello incrementará las pensiones ahora y evita consecuencias indeseadas en términos de ineficiencia, inequidad y riesgo. Su aplicación debe ser reservada para la evaluación periódica de la sostenibilidad financiera del sistema como un todo.
Un pensionado varón soltero que fallece a los 85 años de edad recibe hoy por retiro programado la mitad de la pensión que su ahorro previsional puede financiar. Casi 50% del fondo que acumuló en su etapa activa queda en su cuenta para herencia, aunque su destino legítimo era una mayor pensión en vida. La eliminación del factor de ajuste de las TEVM termina con este despropósito y permite aplicar intensivamente el ahorro acumulado a financiar la pensión, que es su función esencial. El resultado es un flujo de pensión acorde al esfuerzo de cotización que el afiliado realiza durante su vida activa.
Las TEVM incrementan la inequidad de género, pues diferencian por sexo y transmiten a las pensiones la desigualdad demográfica entre hombre de mujeres. La brecha de cinco años de mayor esperanza de vida de la mujer explica, todo lo demás constante, un 15% de menor pensión para ella. Desechar el uso de las TEVM en el cálculo de la pensión termina con esta odiosa discriminación de género.
Las TEVM, además, contribuyen a que los pobres reciban como pensión una menor proporción de su ahorro previsional en relación a los más ricos. En países desarrollados con similar esperanza de vida que Chile, se estiman diferencias en torno a 10 años en las expectativas de vida del primer quintil de ingresos versus el quinto. Un reciente estudio de un grupo internacional de expertos estimó, para Santiago de Chile, una brecha de esperanza de vida entre comunas pobres y ricas de casi nueve años en hombres y de casi 18 en mujeres. Las TEVM no distinguen esta brecha, lo que agudiza el “efecto herencia” en los pobres y, en renta vitalicia, implica que la prima pagada por ellos financia la pensión de los longevos, que son los más ricos.
Las aseguradoras de rentas vitalicias soportan hoy altos riesgos de longevidad y de reinversión por la elevada expectativa de vida de los pensionados y las bajas tasas de interés. El efecto indirecto de las TEVM, a través de la competencia con el retiro programado, tensiona sus índices de suficiencia, estresa su adecuación patrimonial y eleva el riesgo de la industria. Desechar el uso de las TEVM alivia dicha tensión.
El trámite legislativo del proyecto de reforma de pensiones ofrece una oportunidad única para incorporar la propuesta planteada por el Foro para un Desarrollo Justo y Sustentable, en orden a terminar con el uso actual de las TEVM en beneficio de los afiliados al sistema de pensiones.