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Es muy tarde para una reforma previsional sin transformar el sistema AFP

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Como si se estuviera a comienzos del gobierno, la Administración del presidente Sebastián Piñera ha anunciado diversos proyectos de ley. Existe consenso de que estos anuncios no pasarán de ser eso, anuncios. Los tiempos políticos no permitirán su tramitación.

Es por ello, que llamó la atención que la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, haya hecho un nuevo anuncio, una reforma previsional con tres pilares principales: introducir mayor competencia, aumentar las cotizaciones y establecer incentivos para que los trabajadores posterguen su edad de jubilación.

Se trata de una medida tendiente a descomprimir el ambiente hostil que prima entre la ciudadanía como efecto de las malas pensiones que están recibiendo los jubilados del sistema y que recibirán quienes están próximos a pensionarse. Pese a los ingentes esfuerzos por explicar los malos resultados del sistema de AFP, luego de más de 30 años de existencia, resulta irrebatible que las pensiones promedio apenas superan los $ 150 mil; que las tasas de reemplazo se ubicarán entre 30% y 55% de los salarios dependiendo del sexo y las condiciones laborales, que el sistema de AFP no contribuye a aliviar la pobreza, y que opera contra la solidaridad al castigar a la mujer por ser madre y entregar subsidios a los más ricos (el Ahorro Previsional Voluntario, es un ejemplo).

Hay que esperar la letra del proyecto, no obstante los anuncios permiten una primera reacción. Es loable el deseo de introducir mayor competencia. Esa idea ha estado en el corazón de las iniciativas de reforma de los últimos 20 años. Los resultados han sido pobres. La licitación de las cuentas individuales de los nuevos cotizantes que se adjudicó la AFP Modelo ha tenido un efecto menor. Si bien en dicha AFP la comisión cobrada es de 0,77%, lo cierto es que no ha impactado en el resto de las empresas que siguen cobrando a la mayoría de los cotizantes una comisión en torno al 1,5%. Las razones de esto son claras: existe una serie de obstáculos para una efectiva competencia. Entre ellos destacan los problemas de información; los costos de cambios y la percepción, bastante razonable, que cambiarse de AFP sólo representa molestias y ningún beneficio.

Es sin duda indispensable aumentar las cotizaciones y sería muy importante que ello ocurriera con cargo a una contribución del empleador. La tasa de 10% fue un artificio del régimen militar para estimular el traspaso de los afiliados del antiguo sistema de reparto al sistema de AFP. No obstante, lo que la ministra no quiere reconocer es que lo que está en cuestión es si el mercado financiero puede hacer crecer los ahorros por encima de la tasa de aumento de los salarios. A julio de 2012, la rentabilidad promedio anual de los últimos siete años de los diferentes fondos se ubicó en torno al 3,5%. Esa tasa no asegura una tasa de reemplazo de 40%.

Peor aún, las estimaciones de los especialistas son taxativas respecto a que la rentabilidad promedio de los activos financieros se ubicará por debajo de la cifra indicada. Basta con consultar con las compañías de seguro respecto de la tasa que están dispuesto a reconocer para las pensiones vitalicias. Estas estimaciones reflejan también las regulaciones que se están introduciendo para evitar la repetición del colapso financiero de 2008. Es por esto que Robert Holzman, uno de los principales especialistas en sistemas previsionales y admirador de la experiencia chilena, sostiene que está en cuestión la magnitud futura (del sistema de AFP) incluso su propia existencia ... Hay evidencia de que incluso en países como Chile, las tasas de rendimiento esperadas de los activos financieros no superarán, necesariamente, la tasa de crecimiento de los salarios, que los sistemas no financiados, son capaces de pagar”.

En este escenario, la reforma Matthei, como muchas otras iniciativas gubernamentales, simplemente no está a la altura de los tiempos.

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