Fondo de fondos: tres gobiernos después, la pelota sigue en la política
ANDRÉS MEIROVICH Profesor UAI
En 2017, al cierre del segundo mandato de Michelle Bachelet, surgió la idea, liderada brillantemente por Eduardo Bitran, de un fondo de fondos público‑privado que multiplicara por varias veces los recursos de Corfo y acercara capital institucional al venture capital chileno, para así poder financiar cientos de startups que nacen anualmente desde Chile. Sebastián Piñera retomó el concepto en 2020 dentro de su Agenda de Productividad, pero la pandemia y el recambio político lo dejaron en borrador. Hoy, con Gabriel Boric, el esquema renace bajo la sigla Afide —Agencia de Financiamiento e Inversión para el Desarrollo— y, por primera vez, cuenta con un proyecto de ley aprobado en la Cámara y en revisión en la Comisión de Hacienda del Senado, presidida por la senadora Ximena Rincón.
Una de las iniciativas claves dentro de la Afide es el fondo de fondos. El diagnóstico no ha cambiado: sin un vehículo capaz de “engranar” el ahorro institucional con gestores especializados, Chile seguirá dependiendo de Corfo para las etapas tempranas y de fondos extranjeros para las Series B‑C. El informe ejecutivo del proyecto recuerda que un fondo de fondos puede movilizar hasta nueve veces el capital público invertido y que experiencias de México o Canadá muestran cómo este mecanismo dinamiza industrias completas.
“El proyecto disfruta de un ‘consenso silencioso’: respaldo de los gremios relevantes, la academia y multilaterales; ninguna bancada lo rechaza abiertamente. Lo que falta es prioridad legislativa”.
Hay que recordar que México se transformó en un epicentro en la región, siendo superado solamente por Brasil en cuanto a inversión en esta clase de activos, solo desde la entrada de las Afores ( vía fondo de fondos y también directamente).
Después de más de ocho años y tres administraciones, el no avance es por razones políticas que no se entienden, más que por motivos técnicos. El proyecto disfruta de un “consenso silencioso”: respaldo de los gremios relevantes, la academia y multilaterales; ninguna bancada lo rechaza abiertamente. Lo que falta es prioridad legislativa. Si la comisión de Hacienda del Senado no lo empuja antes de diciembre, volveremos a empezar en el próximo gobierno, diluyendo credibilidad ante los inversionistas institucionales y Limited Partners extranjeros, que buscan en Chile un lugar para instalarse para crecer en Latinoamérica.
Todos los políticos hablan de productividad, crean bancadas especiales muy cools, fotos, etc., pero aquí tienen la vía para financiarla. Sin capital fresco, el próximo unicornio chileno seguirá domiciliándose fuera del país.
Tres gobiernos han diagnosticado el problema y diseñado la solución. Queda un solo paso: que la Comisión de Hacienda despache la ley y el Ejecutivo haga lo suyo. No se trata de crear otro subsidio, sino de catalizar el ahorro doméstico e internacional y atraer experiencia global.
Chile sigue bien posicionado en macroestabilidad y matriz de tratados internacionales; lo que le falta es el vehículo catalizador. Después de casi una década, la Afide y el fondo de fondos ya no es un “power‑point” es la prueba de fuego de nuestra voluntad para convertirnos —por fin— en el hub de emprendedores del Latinoamérica. El reloj corre.