Francisco Armanet

El empleado infiel

Una gran parte del mundo occidental y muy especialmente aquellas personas pertenecientes a las naciones “más desarrolladas”, sostienen que en el mundo de los negocios debe existir una clara separación entre la conducta privada de un empleado y su comportamiento profesional.

Por: Francisco Armanet | Publicado: Miércoles 13 de abril de 2011 a las 05:00 hrs.
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Francisco Armanet

Una gran parte del mundo occidental y muy especialmente aquellas personas pertenecientes a las naciones “más desarrolladas”, sostienen que en el mundo de los negocios debe existir una clara separación entre la conducta privada de un empleado y su comportamiento profesional. Mi experiencia liderando personas por más de 25 años, es que, efectuar esta disociación, no es posible y menos razonable. Por el contrario, en muchos casos, la actuación de un empleado en su esfera privada es un buen predictor de su gestión profesional. Esta experiencia está en línea con lo que escribió San Lucas: “El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho”. Por ejemplo, un hombre que cuida bien a su perro, cuidará bien a su hijo, de la misma manera que un empleado diligente en el uso del computador de la compañía, lo será también con el suyo propio.



Durante un cuarto de siglo, he sido testigo directo de múltiples “infidelidades” o fraudes corporativos que han ido desde la mentira simple, hasta la apropiación indebida y la estafa. Inexorablemente, en todos estos últimos casos, he podido constatar que los empleados que han cometido estos delitos han sido en paralelo personas “infieles” con sus hijos, cónyuges, familiares o amigos. Piense en los más conocidos estafadores nacionales e internacionales de la última década y analice su conducta personal.

Un ejecutivo corredor de bolsa, hijo del presidente de una compañía que transa sus acciones en el mercado, adquirió para sí un importante paquete de títulos de la sociedad, en virtud de haber visto, en casa de su padre, un acuerdo de negociación exclusiva para la fusión de esa empresa con otra compañía extranjera. Si este ejecutivo fue capaz de poner en serios aprietos a su propio padre, ¿cómo no iba a estar dispuesto a causarle un dolor de cabeza a su empleador, para beneficio propio? 
Un ex presidente de directorio de una empresa estatal abusó de una niña, cuando ésta tenía apenas 10 años de edad. Si usted, al igual que yo, posee absoluta certeza de esta información, ¿dudaría del testimonio de una secretaria que relata acosos sexuales reiterados por parte del mismo pervertido? 
El Párroco de El Bosque cometió graves ilícitos en su ámbito privado y “curiosamente” perpetró actos indebidos en el ejercicio de su profesión como es el violar el secreto de confesión.

Como usted puede ver, el razonamiento de esta correlación es muy simple. Inversamente, un empleado íntegro es siempre un padre honesto, un marido fiel y un amigo recto. Por tanto, ponga especial atención en el empleado que traiciona a su familia, o defrauda a sus amigos. De lo contrario, es muy probable que -más temprano que tarde- usted se encuentre con una muy lamentable sorpresa. Después de la batalla somos todos generales, pero si los inversionistas del mundo occidental hubiesen conocido un poco la vida privada de Bernard Madoff, éstos no hubiesen perdido todos sus ahorros. Olvídese entonces de la estúpida insistencia norteamericana de separar la actuación personal de la conducta profesional porque ambos comportamientos son absolutamente indivisibles. Un hombre permanentemente infiel será siempre un empleado o empresario tramposo. Si usted cayera transitoriamente en la infidelidad clásica de los hombres, salga de ésta lo más rápidamente posible y no sea tan torpe de vanagloriarse de ella.

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