Gobierno y globalización
Vivimos en una época en la que las fuerzas más importantes que afectan a todas las economías son globales, no locales. Lo que sucede “en el extranjero”; por ejemplo, en China, India y otros lugares, afecta poderosamente inclusive a una economía tan grande como la de Estados Unidos.
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Vivimos en una época en la que las fuerzas más importantes que afectan a todas las economías son globales, no locales. Lo que sucede “en el extranjero”; por ejemplo, en China, India y otros lugares, afecta poderosamente inclusive a una economía tan grande como la de Estados Unidos.
La globalización económica ha producido, por supuesto, algunos grandes beneficios para el mundo, incluyendo la expansión rápida de tecnologías avanzadas, tales como Internet y telefonía móvil. También ha reducido drásticamente la pobreza en muchas economías emergentes; de hecho, por esta sola razón, la economía mundial necesita mantenerse abierta e interconectada.
Sin embargo, la globalización ha creado problemas serios que necesitan ser abordados. En primer lugar, ha aumentado el ámbito de la evasión fiscal, debido a la rápida proliferación de los paraísos fiscales en todo el mundo. Las empresas multinacionales tienen muchas más oportunidades que antes para esquivar su porción justa y eficiente de impuestos.
Es más, la globalización ha creado perdedores y también ganadores. En países de altos ingresos, de manera destacada en EEUU, Europa y Japón, los grandes perdedores son los trabajadores que carecen de educación para competir de manera eficaz con los trabajadores de bajos ingresos de países en desarrollo. Los más afectados son los trabajadores en los países ricos quienes carecen de educación universitaria. Dichos trabajadores han perdido millones de empleos. Aquellos que han mantenido sus puestos de trabajo han visto cómo sus salarios se estancan o disminuyen.
Lo que la globalización necesita, por tanto, son políticas inteligentes de gobierno. Los gobiernos deben promover educación de calidad, para garantizar que los jóvenes estén preparados para enfrentar la competencia global. Los gobiernos deben aumentar la productividad mediante la construcción de una moderna infraestructura y la promoción de la ciencia y la tecnología. Y dichos gobiernos deberían cooperar a nivel mundial para regular los sectores de la economía, en particular los sectores relacionados a finanzas y medio ambiente.
La necesidad de un gobierno muy eficaz en la era de la globalización es el mensaje clave de mi nuevo libro, The Price of Civilization. En pocas palabras, necesitamos más gobierno hoy en día, no menos. Sin embargo, el papel del gobierno también debe modernizarse para estar acorde con los retos específicos que plantea una economía mundial interconectada.
Durante 30 años, EEUU ha avanzado en la dirección equivocada, recortando el papel del gobierno en la economía nacional en lugar de promover las inversiones necesarias para modernizar la economía y la mano de obra. Los ricos se han beneficiado en el corto plazo, al obtener grandes ventajas impositivas. Los pobres han sufrido pérdida de empleo y recortes en servicios públicos. Estas tendencias adversas se han visto exacerbados por las políticas nacionales. Los ricos han utilizado su riqueza para fortalecer su control del poder. Ellos pagan las costosas campañas de los presidentes y congresistas, por lo que los presidentes y congresistas ayudan a los ricos, a menudo a expensas del resto de la sociedad.
Sin embargo, existen algunas señales importantes en todo el mundo que indican que las personas están hartas de los gobiernos que sirven a los ricos, y que al mismo tiempo ignoran a todos los demás. Estas señales comenzaron con las crecientes demandas de mayor justicia social. Los levantamientos sociales en Túnez y El Cairo, al principio, se denominaron como la Primavera Árabe, porque parecían limitarse únicamente al mundo árabe. Pero posteriormente, vimos protestas en Tel Aviv, Santiago, Londres, y ahora incluso en EEUU. Estas protestas primordialmente demandaron que políticas más inclusivas reemplacen a las políticas corruptas de la oligarquía.
Además, el presidente de Estados Unidos Barack Obama está cambiando gradualmente hacia la izquierda. Después de tres años en los que su administración mimó a los cabilderos que representan a sectores empresariales, finalmente ha comenzado a enfatizar la necesidad de que los ricos paguen más impuestos. Esto ha llegado al final de su mandato, de esta forma podría continuar favoreciendo a los ricos y a Wall Street a cambio de contribuciones para la campaña en 2012; sin embargo, existe un resquicio de esperanza acerca de que Obama vaya a defender una política presupuestaria más justa.
Varios gobiernos europeos, incluyendo entre ellos a los de España, Dinamarca y Grecia, también parecen estar moviéndose en la misma dirección. La Comisión Europea ha pedido un nuevo impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) para recaudar alrededor de $75 mil millones por año. La Comisión ha aceptado finalmente que el sector financiero de Europa no paga suficientes impuestos. El nuevo ITF aún podría enfrentar oposición política en Europa, especialmente en el Reino Unido, que tiene su sector bancario grande e influyente, pero al menos el principio de una mayor equidad tributaria es una prioridad importante en la agenda europea.
Las economías más exitosas del mundo en la actualidad están en Escandinavia. Mediante el uso de los altos impuestos para financiar un alto nivel de servicios públicos, estos países han equilibrado gran prosperidad con justicia social y sostenibilidad ambiental. Esta es la clave para el bienestar en la economía globalizada de hoy en día. Quizás más partes del mundo, y especialmente los jóvenes del mundo, están comenzando a reconocer esta nueva realidad.
Copyright: Project Syndicate, 2011