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Inflación y política monetaria: ¿Y el rango meta?

Tomás Izquierdo Gerente general de Gemines

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Tomás Izquierdo

Nuestra autoridad monetaria permanece "tranquila" en la medida que las expectativas de inflación a mediano plazo se mantienen ancladas en 3,0%, centro de su rango objetivo. Es decir, el que llevemos 16 meses con el IPC anual igual o por sobre el 4,0% no preocupa. Nuestras estimaciones apuntan a que en un período de dos años, entre abril del 2014 y marzo del 2016, registraremos 20 de 24 meses con la inflación anual igual o por sobre el límite superior del rango meta, pero el Banco Central se mantendrá tranquilo, porque "a 2 años las expectativas siguen ancladas al 3,0%". El argumento parece bastante absurdo, en el extremo, de no ser porque finalmente las expectativas terminan des-anclándose cuando la performance inflacionaria no es la adecuada; podríamos llegar al extremo de tener la inflación siempre fuera del rango meta y una autoridad monetaria tranquila porque "las expectativas siguen ancladas ..."

Desde el año 1999, cuando en Banco Central comenzó a utilizar metas de inflación, la inflación en doce meses ha estado el 42% del tiempo fuera del rango meta, 17% del tiempo bajo y 25% por sobre el rango. Con ese récord, el Banco Central tendría una calificación de solo 4,5, en la escala de notas de 1 a 7, lo que es bastante pobre. Con este historial, ¿cómo se explica que el mercado siga apostando al cumplimiento de la meta a dos años plazo? La respuesta puede ser tan simple como que los pronósticos convergen a la media, y como la media de inflación desde 1999 es de 3,3%, y la mediana es de 3,2%, apostar un número en torno a 3,0% a dicho plazo parece razonable.

Como hemos dicho tantas veces, nos parece que el Banco Central no ha perseguido con la intensidad suficiente el mantener la inflación a raya. Los costos asociados a los desbordes inflacionarios son sobradamente conocidos, y no se distribuyen homogéneamente, siendo los sectores de ingresos más bajos los más perjudicados. Previo al actual desborde inflacionario, fuimos muy enfáticos al señalar que una baja muy rápida en la Tasa de Política Monetaria (TPM), acarreaba un serio riesgo de gatillar una devaluación que fuera más allá de lo necesario, provocando con ello un incremento inflacionario que podía escaparse de las manos.

Nuestro Banco Central parece ingenuo y voluntarista, tanto por creer que mantener bajas tasas de interés permitirá reactivar la economía, cuando las causas de la desaceleración escapan claramente al ciclo económico, como cuando piensa que la existencia de brechas de capacidad es una especie de garantía que permite descartar desbordes inflacionarios significativos y duraderos frente a una devaluación.

El tipo de cambio real ya subió más de lo que los fundamentos permiten justificar, por lo que presiones devaluatorias adicionales sólo se traducirán en mayor inflación. Si hacemos un balance de eventos esperados para los próximos meses, tanto externos como internos, es fácil apostar a incrementos adicionales en el valor del dólar. El presidente del Banco Central cometió un error importante de omisión en su última entrevista en un matutino hace algunos días. Teniendo la posibilidad de advertir alguna preocupación por la trayectoria del tipo de cambio, y de paso dejar ver que tienen instrumentos para contener presiones devaluatorias excesivas, se mostró tranquilo, lo que el mercado leyó claramente como una oportunidad de seguir apostando contra el peso.

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