Este domingo son las elecciones presidenciales en nuestro país vecino, incluyendo la renovación parcial del Senado y total de la Cámara. Aunque es improbable que haya Presidente en primera vuelta, se respira un aire de cambio, con un apoyo de los candidatos de oposición cercano al 60% y una izquierda muy dividida, con el MAS en crisis.
Chile debe mirar con atención esta elección, no solo por las razones ya sabidas, sino por el incipiente cambio de aproximación hacia el país. La retórica de la “reivindicación marítima” ha perdido intensidad y la percepción de la opinión pública boliviana parece menos suspicaz: no es un dato menor que tres de los candidatos han señalado la intención de reanudar relaciones con Chile.
“Con el cambio de gobierno en Bolivia, se puede aspirar a una relación de “rivalidad selectiva”, donde pese a las diferencias históricas se logre avanzar en una agenda común”.
Hay un momentum que Chile no puede desaprovechar. Junto a la normalización de las relaciones hace cuatro años, la Cancillería y equipos diplomáticos han trabajado sigilosamente para construir confianzas y sentar las bases de un giro en la relación. Con el cambio de gobierno, se puede aspirar a una relación de “rivalidad selectiva”, donde, pese a las diferencias históricas, se logre avanzar en una agenda común.
La fundación Konrad Adenauer con el Centro de Estudios Internacionales UC lanzaron hace dos años el grupo Chile-Bolivia, con participación del mundo académico, de las comunicaciones y exautoridades diplomáticas y de gobierno. El sector privado no se ha quedado atrás, con el relanzamiento de consejos empresariales que buscan profundizar la alicaída relación.
La agenda Chile-Bolivia no es una mera aspiración. La situación económica de Bolivia es dramática y sin una reforma profunda, el país seguirá preso de su estancamiento. No hay gas ni petróleo, la inversión extranjera no alcanza el 1% del total de la región, las finanzas públicas son deficitarias y la macroeconmía está agobiada por un bajísimo crecimiento y una inflación que se eleva al 15%
El desastre económico, el posible cambio político y la mayor apertura en la aproximación a Chile, dan espacio para reimpulsar las relaciones, en la medida que los nuevos gobiernos de ambos países entiendan que la retórica tradicional es cuestión del pasado.
Los puntos de colaboración son variados y algunos, urgentes. La cooperación fronteriza y la gestión del tránsito por el norte son prioritarios, por el comercio y por los desafíos de seguridad, contrabando y crimen organizado. Seguir resolviendo las brechas operativas en pasos fronterizos y optimizar la logística del transporte beneficiará a a exportadores de ambos países.
Los recursos naturales son otro ejemplo. Bolivia posee una de las mayores reservas de litio del mundo y un potencial energético que requiere inversión. A ello se suma una coyuntura favorable, marcada por la reactivación del Acuerdo de Complementación Económica, la reconducción de personas irregulares y avances en iniciativas relevantes para Arica, entre otros.
Chile ha venido aproximándose de manera gradual y realista a Bolivia. La intensidad del reclamo marítimo ha perdido fuerza, el cambio político es altamente probable y más voces proponen un nuevo marco marco de entendimiento. Difícilmente, una coyuntura más favorable.