Próspero 2026, aún más que el 2025
JORGE SELAIVE Economista Jefe Scotiabank y Académico FEN U. de Chile
El año 2024 terminó con proyecciones de crecimiento del PIB 2025 de 2%. La inversión crecería 3%, la mitad de lo que hoy se estima será el término del año, mientras que el consumo tendría una modesta expansión de 2%. El tipo de cambio terminaba el año cerca de $ 1.000 y la proyección de consenso era que se apreciaría modestamente. Todo lejos (o muy lejos) de donde finalmente nos encontramos. En ese momento, otros proyectábamos apreciaciones del peso mucho más significativas, mejores términos de intercambio, mayor crecimiento del PIB y una expansión de la inversión muy similar a la que hoy se estima.
Durante 2025, a través de varias columnas, fui señalando que más allá de los impactos arancelarios de corto plazo, el cobre seguiría mostrando resiliencia ante la estrechez de oferta y la debilidad del dólar. Estamos en medio de un boom de inversión minera de características distintas a las anteriores, pero que hace tiempo viene mostrando esos “dos Chile” a los que me referí hace unos meses. Es llamativo que hayamos tenido tanto rezago en el levantamiento del velo de la bonanza histórica que muestra la inversión en minería y energía con sus favorables externalidades. La combinación de retraso en inversión, menor incertidumbre impositiva en la minería y una resiliente demanda son aspectos que hace poco se reconocen en el consenso. Algunos anticipan caídas en el precio del metal considerando la influencia de aspectos transitorios con los que coincido, pero esa reversión ocurrirá probablemente en un timing distinto al que se prevé, consecuentemente entregando buenas bases para un favorable 2026.
“Luego de la revisión al alza del PIB tendencial a mediados del 2025 (desde 2% a 2,6% para 2026), es probable que tengamos un ajuste muy relevante del actual 2% para 2027 en agosto próximo. El cobre también será revisado al alza”.
Luego de la revisión al alza del PIB tendencial a mediados del 2025 (desde 2% a 2,6% para el 2026), es bastante probable que tengamos un ajuste muy relevante del actual 2% para 2027 en agosto próximo. El cobre también será revisado al alza. Todo lo anterior será una combinación virtuosa de mayor convicción para la sostenibilidad fiscal en un contexto de austeridad y reducción de la deuda sobre PIB (por efecto denominación de la deuda en US$) tan pronto como este mismo cierre de año.
El escenario político es favorable y Chile se aleja de los sucesivos llamados a las urnas hasta fines de 2028, en tanto, la región tendrá un ajetreado 2026.
Recibiremos el nuevo año de manera auspiciosa. Son demasiadas las buenas noticias macroeconómicas y también las inyecciones de liquidez por venir a los hogares, que en conjunto allanan los caminos para encontrarnos con un 2026 creciendo más de 3% y con una nueva expansión, esta vez de dos dígitos, en la inversión. La confianza de los consumidores aún no se muestra particularmente optimista sobre el futuro, pero la rápida convergencia inflacionaria, que podría llevarnos incluso al 2% anual a mitad de año, costo de fondos en niveles neutrales y aceleración en la creación de empleo serán un buen cóctel para abrir la puerta de los espíritus animales de Keynes.
El principal cisne negro no provendría del interior de nuestra frontera, sino desde el mundo desarrollado, donde cualquier ajuste en la percepción de valor de ciertos activos podría tener impactos sistémicos globales que interrumpirían la bonanza y podrían afectar las estimaciones puntuales de crecimiento para el término del año.
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