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Columnistas

Kast entre Xi y Trump: el fin de la ambigüedad en política exterior

MATÍAS PINTO PIMENTEL Partner, GeoGig consulting

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 16 de diciembre de 2025 a las 04:02 hrs.

En una reciente entrevista, el excanciller Alfredo Moreno señaló que “no hay que entrar en la discusión entre Estados Unidos y China; dependemos de ambos”. La frase refleja una visión compartida en Chile. Somos una economía abierta, dependiente del comercio exterior, y no podemos darnos el lujo de elegir entre las dos principales potencias mundiales. Sin embargo, esa posición se está volviendo cada vez más difícil de sostener.

Esto no por una definición ideológica de Chile, sino porque las propias potencias están cerrando el espacio para la ambigüedad. EEUU acaba de publicar su Estrategia de Seguridad Nacional, que eleva al hemisferio occidental a su principal prioridad y señala que busca “un hemisferio que permanezca libre de incursiones extranjeras hostiles o en la propiedad de activos clave”, afirmando además que “negará a competidores no hemisféricos la capacidad de poseer o controlar activos estratégicamente vitales”. Este es el “Corolario Trump a la Doctrina Monroe”. Casi en paralelo, China hizo lo mismo. Su Documento de Política hacia América Latina y el Caribe eleva a la región a prioridad estratégica, afianzando su presencia en sectores críticos.

“La presión no será por un alineamiento total a ‘un bando’, sino por definiciones proyecto a proyecto, sector a sector. Qué hará Chile cuando se vea obligado a decidir”.

En ese escenario, la presión no será por un alineamiento total a “un bando”, sino por definiciones, proyecto a proyecto, sector a sector. Se traduce en decisiones concretas sobre infraestructura energética, puertos, telecomunicaciones, datacenters y minerales críticos, sectores que hoy forman parte de la estrategia de seguridad tanto de Washington como de Beijing. En ese contexto, la cuestión ya no es si Chile “no debe tomar un bando”, sino qué hará caso a caso, cuando se vea obligado a decidir, cómo lo hará y bajo qué condiciones.

Para el próximo Gobierno, esta tensión implica doble riesgo. Un alineamiento automático con EEUU puede cerrar oportunidades económicas relevantes para Chile. Pero ignorar la estrategia estadounidense -cuando la seguridad económica y la infraestructura crítica se han vuelto política dura- también tendrá costos en acceso a mercados, financiamiento, tecnología y cooperación.

La respuesta no pasa por optar entre China o EEUU, sino por definir una política exterior basada en institucionalidad y marcos claros para los sectores estratégicos. La salida no estará en declaraciones políticas, sino en criterios predecibles que permitan a Chile resolver, caso a caso, su relación con ambos polos sin perder autonomía ni credibilidad. Esto exige contar, desde ya, con una política exterior clara sobre minerales críticos, que establezca cómo Chile va a insertarse y aprovechar esta ventaja en el mundo multipolar actual en función de sus intereses nacionales.

Que la política internacional y la geopolítica no hayan sido temas centrales en la elección no las vuelve irrelevantes, porque son como la guerra, uno puede no interesarse por ellas, pero ellas sí pueden interesarse por uno. Por ello, al próximo Gobierno le haría bien tomar nota —y prepararse— antes de que otros decidan por él.

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