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Las amenazas nucleares de Putin no pueden ignorarse

Gideon Rachman© 2022 The Financial Times Ltd.

Por: Gideon Rachman | Publicado: Martes 4 de octubre de 2022 a las 04:00 hrs.
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Gideon Rachman

Tras una serie de derrotas rusas en Ucrania, Vladimir Putin ha movilizado más tropas y ha vuelto a amenazar con utilizar armas nucleares. Muchos expertos occidentales creen que está fanfarroneando. Pero los responsables políticos son más cautelosos.

Un ataque nuclear táctico contra Ucrania contaminaría la región que dice estar liberando, y muy probablemente la propia Rusia. También incitaría a represalias de la OTAN. Más aún si se atacara a un miembro de la OTAN. Pero Putin está acorralado, es inmoral e imprudente. Está claro que utilizar un arma nuclear no es su primera opción. Pero podría ser su última apuesta, si la alternativa fuera la humillación y la derrota.

“El líder ruso intenta intimidar a las naciones occidentales, pero también está desesperado y acorralado. Y ante el avance de las fuerzas ucranianas, Kiev no tiene prisa por sentarse a la mesa de negociaciones”.

En una situación desesperada, Putin podría esperar que el uso de armas nucleares provocara una conmoción tan profunda en Occidente que forzara las conversaciones y las concesiones. La teoría de que el uso de armas nucleares puede obligar a un enemigo a retroceder forma parte de la doctrina militar rusa y se conoce como “escalar para desescalar”. EEUU le ha advertido a Putin de que el uso de armas nucleares tendría consecuencias “catastróficas” para Rusia. Pero en Rusia —al igual que en Occidente— hay muchos que insisten en que la otra parte está fanfarroneando.

Incluso los responsables políticos occidentales que toman muy en serio las amenazas nucleares de Putin siguen decididos a no permitir que Rusia utilice el chantaje nuclear para forzar el fin del apoyo occidental a Ucrania. El objetivo es proporcionarle el suficiente apoyo a Ucrania para permitirle a Kiev derrotar a las fuerzas rusas sin tentar al Kremlin a utilizar armas nucleares.

En Occidente se habla mucho de la necesidad de una derrota rusa. Pero con esto pocos se refieren a la rendición incondicional. Más bien, la guerra tendrá que terminar con una paz negociada, ya sea con el régimen de Putin o su sucesor. Los objetivos bélicos del presidente ruso ya se han reducido de forma prometedora. Comenzó con el objetivo de derrocar el gobierno de Volodymyr Zelenskyy en Kiev, pero ahora define el objetivo como la “liberación” del Donbás.

EEUU y sus aliados occidentales dicen que hay que obligar a Rusia a retroceder aún más, al menos hasta detrás de las líneas desde donde invadió. El gobierno ucraniano, por su parte, insiste en que Rusia debe ser expulsada de todo el territorio ucraniano ocupado. Eso incluye las partes del Donbás que Rusia ya ocupaba antes de la invasión del 24 de febrero, así como Crimea, anexionada en 2014.

Es difícil imaginar que Putin acepte incluso la posición menos dura de Occidente, ya que eso significaría que ha sacrificado miles de vidas en vano. Ante el avance de las fuerzas ucranianas, Kiev tampoco tiene prisa por sentarse a la mesa de negociaciones. El estatus heroico del que goza actualmente Zelenskyy —combinado con la repulsión hacia Rusia— también dificulta que cualquier gobierno occidental presione a Kiev para que negocie ahora.

Con las cosas yéndole mal en la guerra de Ucrania y los potenciales reclutas resistiéndose al reclutamiento, el espectro que empieza a perseguir a Rusia es el de 1917, cuando la derrota militar llevó a la revolución.

Un paralelo más feliz, no ruso, podría ser Argentina en 1982, cuando la derrota en la guerra de las Malvinas desacreditó al régimen militar que lanzó la invasión. La junta colapsó y la democracia se impuso. Pero la junta argentina era menos robusta que el régimen de Putin y no tenía una opción nuclear.

No obstante, muchos en Occidente esperan alguna variante del resultado argentino: una derrota de Putin, seguida de la aparición de un gobierno ruso más aceptable y dócil. Eso sería maravilloso, sin duda alguna. Pero desear algo no lo hace más probable. Y la mayoría de los resultados alternativos van de lo sombrío a lo catastrófico.

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