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Llamas en Viña: ¿no es hora de aprender?

PÍA PALACIOS Directora del Centro de Estudios (CES) TECHO Chile

Por: PÍA PALACIOS | Publicado: Viernes 30 de diciembre de 2022 a las 04:00 hrs.
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PÍA PALACIOS

El incendio de Viña del Mar evocó el dolor de eventos pasados en los mismos lugares, de la misma manera y con similares afectadas y afectados. Esto no es nuevo. En nuestra historia reciente contabilizamos graves desastres socio-naturales. Sólo en 2015 tuvimos la erupción volcánica del Villarrica y del Calbuco, aluviones en el norte del país, marejadas anormales en el borde costero de todo Chile, el terremoto de Illapel y el tsunami asociado; registramos también incendios forestales en Valparaíso en 2014 y en Santa Olga en 2017.

Claro está que los desastres no nos afectan a todas y todos por igual, lo que es algo que también ha sido recurrente y que quedó en evidencia, una vez más, el fin de semana pasado. Grupos familiares viviendo en campamentos se vieron gravemente afectados. Los factores sociales y las condiciones de habitabilidad influyeron en gran medida en la afectación de estas comunidades, además de la exposición a este tipo de amenazas.

“La planificación y el ordenamiento territorial son clave para la disminución del riesgo. No podemos focalizarnos solo en construir (o reconstruir) viviendas, sino también en construir ciudades”.

La localización no es al azar. La imposibilidad de acceso a la vivienda en la “formalidad” expulsa a estas familias de la ciudad y se ven obligadas a habitar en zonas remanentes de la ciudad, sin normar y muchas veces periféricas, lo que las expone a un riesgo constante.

Según el último Estudio de Riesgos elaborado por el Centro de Estudios de TECHO Chile, un 93% de los campamentos localizados entre las regiones de Arica y Parinacota y la Metropolitana está expuestos a una o más amenazas naturales. Estamos hablando de más de 62 mil familias.

Valparaíso es la región que concentra mayor cantidad de familias viviendo en campamentos a nivel nacional y esto responde al constante conflicto que existe por localización, dada la escasez de suelo en el borde costero y a las pocas soluciones habitacionales con subsidios.

Es urgente saber que, para erradicar este problema de raíz, debemos solucionar la crisis de acceso a la vivienda. Nos encontramos ante un escenario de emergencia habitacional, en donde existen más de 600 mil requerimientos de vivienda a nivel nacional y se hace difícil apalancar esta urgente necesidad con la oferta total existente.

Las amenazas son en la mayoría de las veces constantes y poco podemos mitigarlas, es por esto que la gestión del riesgo de desastres es fundamental. Podemos mejorar las condiciones de habitabilidad disminuyendo considerablemente la vulnerabilidad y también enfocarnos en la exposición de estas comunidades a las distintas amenazas a las que están expuestas.

Es necesario que saquemos aprendizajes de cada desastre y ante esto no podemos olvidar que la planificación y el ordenamiento territorial son clave para la disminución del riesgo, y que no podemos focalizarnos solo en la construcción (o re-construcción) de una vivienda, sino también en la construcción de las ciudades.

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