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Mauricio Villena

Proteccionismo y precios:el dilema macro de EEUU

MAURICIO VILLENA Decano de la Facultad de Administración y Economía UDP

Por: Mauricio Villena

Publicado: Jueves 14 de agosto de 2025 a las 04:02 hrs.

Mauricio Villena

Mauricio Villena

En julio de 2025, la inflación general en Estados Unidos se mantuvo en 2,7 % interanual, mientras la subyacente alcanzó 3,1 %, su nivel más alto en meses. Bajo esta aparente estabilidad se esconden tensiones derivadas de la política arancelaria expansiva de la administración Trump.

La tasa arancelaria efectiva promedio pasó de 2,4%–2,5% a inicios de año, a 18,6% en agosto, su mayor nivel desde la Ley Smoot-Hawley. Los gravámenes cubren un amplio rango de importaciones -desde acero, aluminio y cobre, hasta fármacos, semiconductores y automóviles- y ya se observan sus efectos en los precios internos. En julio, bienes particularmente expuestos a aranceles, como autos usados, pasajes aéreos, artículos para el hogar y servicios de salud, registraron alzas notorias, atenuadas parcialmente solo por la baja del precio de la gasolina.

“Un alza arancelaria generalizada actúa como un shock de oferta negativo, cuyo resultado son precios más altos y posible contracción del Producto”.

La teoría económica anticipa este patrón. De acuerdo con el análisis de equilibrio parcial, un arancel sobre bienes importados eleva el precio interno al añadir el impuesto al precio internacional. Al inicio, parte del costo pueden absorberlo importadores o exportadores, pero la teoría del pass-through indica que, con el tiempo, la mayor parte recae en el consumidor, sobre todo cuando la demanda es inelástica o no existen sustitutos locales.

En el plano macro, de equilibrio general, un alza arancelaria generalizada actúa como un shock de oferta negativo: encarece insumos, reduce productividad y desplaza la curva de oferta agregada de corto plazo hacia arriba. El resultado son precios más altos y posible contracción del Producto, escenario que encaja con el repunte de la inflación subyacente. Los mercados reaccionaron con optimismo a los datos de julio. El S&P 500 y el Nasdaq marcaron máximos históricos, impulsados por la tregua comercial con China y la expectativa de que la Fed recorte la tasa de interés en septiembre, probabilidad que los futuros estimaban en torno a 98%. No obstante, la Fed enfrenta un dilema clásico de la macroeconomía neokeynesiana: endurecer la política para evitar que las expectativas inflacionarias se desanclen o suavizarla para contener un mercado laboral debilitado, tras fuertes revisiones a la baja en las cifras de empleo de meses previos.

A esto se suman tensiones políticas que erosionan credibilidad institucional. La destitución de la comisionada de la Oficina de Estadísticas Laborales y su reemplazo por un crítico de la agencia han generado dudas sobre la independencia de las cifras. Mientras, el discurso oficial niega la relación entre aranceles e inflación, pese a que la dinámica de precios en bienes importados lo contradice empíricamente.

El informe del IPC de julio confirma que los aranceles, diseñados para proteger la industria, trasladan presiones a los precios al consumidor. El reto para la política económica es gestionar este shock sin sacrificar crecimiento, equilibrando un proteccionismo más selectivo con reformas comerciales que preserven competitividad y poder adquisitivo. En este contexto, estabilidad macroeconómica y credibilidad institucional son inseparables.

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