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Gina Ocqueteau

Natalidad en declive: ¿quién cuida a las que cuidan?

GINA OCQUETEAU Emprendedora

Por: Gina Ocqueteau

Publicado: Jueves 8 de mayo de 2025 a las 04:02 hrs.

Gina Ocqueteau

Gina Ocqueteau

Uno de los datos que más llamó la atención en la última entrega del Censo 2024 del Instituto Nacional de Estadísticas es que el promedio de hijos por mujer en Chile bajó a 1,97, cuando en comparación en 1992 era de 2,52. Si bien el descenso en las cifras de embarazo adolescente explica en parte esta nueva realidad, no es el único motivo. Esta caída generalizada es una señal de que algo está haciendo ruido en nuestro modelo social, económico y cultural.

En un país con jornadas laborales que no siempre toman en cuenta las necesidades de las madres, donde las mujeres siguen ganando menos que los hombres y la maternidad muchas veces se traduce en techos de cristal a la hora de ascender a mejores puestos laborales, ¿de verdad sorprende que haya menos ganas o menos probabilidades de tener hijos? Más que apuntar a razones individuales, deberíamos centrarnos en cómo el actual entorno no siempre cuida a quienes cuidan. No es casualidad que, según datos del mismo censo, solo el 56,6% de las mujeres de entre 15 y 49 años ha tenido hijos. En 2017 el porcentaje era de 65,6%, mientras que en 2002, llegaba a 71,7%.

“El problema no se resuelve con una sala de lactancia escondida en el baño. Se avanza con políticas reales de corresponsabilidad y, sobre todo, con hombres y mujeres compartiendo las tareas de cuidado en igualdad de condiciones”.

Aquí es importante entender el rol del mercado laboral. Las empresas deben dejar atrás esa visión obsoleta de la maternidad como un obstáculo productivo y empezar a visualizarla como una oportunidad para construir culturas organizacionales más humanas. El problema no se resuelve con una sala de lactancia escondida en el baño ni con mensajes positivos, pero poco concretos. Se avanza con políticas reales de corresponsabilidad, con flexibilidad horaria, con liderazgos empáticos y, sobre todo, con hombres y mujeres compartiendo las tareas de cuidado en igualdad de condiciones.

El Estado también tiene que jugar un rol protagónico en asociar las metas de crecimiento y competitividad a la existencia de políticas que permitan criar sin culpa, sin agobio, sin tener que elegir entre ser madre y tener un futuro profesional. Tanto las políticas públicas como privadas deben pensar en el bienestar de las familias como una inversión en vez de un costo.

Esta necesidad es más que un tema de derechos o de equidad. También es una urgencia económica. Si siguen bajando las tasas de natalidad sin preparar el terreno para el recambio generacional, vamos a llegar a un punto donde la población activa no va a poder sostener a una población envejecida y creciente. Esto ya está pasando en otros países. La pregunta es: ¿vamos a esperar a que el problema nos explote cuando ya sea muy tarde o vamos a anticiparnos con inteligencia y planificación?

Las cifras del censo sirven precisamente para tomar decisiones con información precisa y a la mano. Este es el momento de crear nuevas estructuras que abracen la diversidad de las familias, que dejen de castigar la maternidad, que permitan a las mujeres crecer en sus carreras sin renunciar a ser madres, y que promuevan una paternidad activa, presente y participativa.

Dar forma a un país que proteja a las cuidadoras es justo y estratégico. Porque si queremos un Chile con futuro, tenemos que pensar en las condiciones que hacen posible la vida. Y eso parte por algo tan simple -y tan revolucionario-, como hacernos cargo de la gran interrogante: ¿quién cuida a las que cuidan?

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