Nuevo impulso exportador para una expansión de largo plazo
EDUARDO BITRAN Académico Facultad Ingeniería y Ciencias UAI y director Espacio Público
El crecimiento económico ha estado en el centro del debate. Una pregunta recurrente es si los brotes verdes, como el crecimiento del 3,1% del último trimestre, son una demostración de que estamos saliendo de un prolongado período de bajo crecimiento. En Chile, se observa un mejoramiento de las expectativas empresariales, que en parte explican un mayor ahorro de las empresas no financieras y una moderada recuperación de la inversión privada. En los próximos años se puede esperar un mayor crecimiento del PIB, que el de tendencia, por una recuperación de la inversión privada y de las exportaciones, ocupando la capacidad productiva ociosa y aprovechando la disponibilidad de mano de obra desocupada. Sin embargo, para que el crecimiento potencial de largo plazo se sostenga sobre el 3% anual, se requiere revertir el comportamiento de la Productividad Total de Factores (PTF) estancada por 15 años.
“Para que el crecimiento potencial de largo plazo se sostenga sobre 3% anual, es necesario revertir la Productividad Total de Factores estancada por 15 años”.
Luego del retorno a la democracia, tuvimos 15 años en que el crecimiento del PIB se vio favorecido por una tasa de expansión de la PTF de 2% al año, explicada por una reasignación de recursos y aumento de inversión en sectores exportadores de recursos naturales, las que crecían en volumen al 12% al año y una inversión que lo hacía a una tasa de 11% anual, factores que se retroalimentaban. A partir de 2006, el crecimiento del volumen exportado cayó abruptamente a un magro 1% al año, con lo que se acabó el crecimiento de la PTF por reasignación de recursos. Pero el PIB mantuvo tasas de crecimiento superiores a 4%, debido al alza de la inversión minera inducida por el súper ciclo del cobre, entre 2003 y 2013, lo que invisibiliza la crisis de productividad. Para seguir creciendo al 4% al año se requería un aumento de la productividad de las empresas, lo que no ha ocurrido. El IPoM de 2021 nos mostró que la productividad intra firma y la reasignación de recursos entre empresas entre 2011 y 2019, aportó negativamente a la PTF. Por otra parte, la burocratización regulatoria y la percepción de mayor riesgo para el desarrollo de los negocios se han transformado en un lastre para la dinámica de la inversión empresarial.
Pero hay razones para ser optimistas. A pesar de la incertidumbre global, podemos retomar una senda de crecimiento y salir de la trampa de los países de ingreso medio. Para ello debemos generar condiciones para un aumento sostenido de las exportaciones, aprovechando las oportunidades que abre el auge de los minerales críticos y la abundancia de energía renovables, además de la demanda creciente por alimentos saludables y productos forestales que capturan CO2. Para lograrlo en el corto plazo se requiere, junto con hacer más eficiente el rol regulador del Estado y mejorar el clima de negocios, aumentar la inversión en I&D e innovación, para enfrentar los múltiples desafíos de productividad y sostenibilidad de estos sectores, evitando los enclaves exportadores y generando procesos virtuosos que permitan desarrollar ecosistemas de innovación en los territorios, con proveedores que generen nuevas oportunidades de desarrollo de servicios de exportación y empleo de calidad.