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Columnistas

Reforma previsional: aprendamos de los fracasos

JOAQUÍN RHODIUS Director comercial y cofundador de Betterplan

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 15 de octubre de 2025 a las 04:00 hrs.

En el reciente Chile Index Day, la discusión final reunió a destacadas figuras del sector financiero y previsional local y latinoamericano. Fue un debate interesante, donde se destacaron virtudes de la reforma de pensiones y del modelo de fondos generacionales, pero también se mencionaron riesgos.

El equipo de Mercer recalcó algo positivo: mirar experiencias exitosas en países como Estados Unidos e Inglaterra. Bien, siempre es valioso aprender de lo que funciona. Pero quedó la sensación de que faltó mirar los casos de fracaso. Hoy está de moda decir que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Quince años depués de que el Estado argentino expropió los fondos de las AFJP y los transfirió al FGS, rondan los US$ 40 mil millones, pero gran parte está invertido en deuda pública local y proyectos productivos que, en muchos casos, han sido “la billetera” del gobierno de turno.

Dejando de lado la discusión estructural -que todos los sistemas de pensiones enfrentan tensiones porque vivimos más años y nadie asume el costo político de subir la edad de jubilación- existen dos riesgos concretos de la reforma chilena.

El primero es la lógica de los benchmarks. Los fondos generacionales estarán sujetos a un índice de referencia y a un sistema de premios o castigos según se gane o pierda contra él. El incentivo natural será “no desviarse demasiado”. Si soy el gestor, ¿me arriesgo a innovar sabiendo que, si sale mal, tendré un castigo? Probablemente no. Esto puede derivar en estrategias de autoprotección, más que en generar valor de largo plazo.

Por otro lado, la discrecionalidad política. Aquí, el gran riesgo es que el superintendente de Pensiones, designado por el Poder Ejecutivo, pueda modificar los benchmarks. Por ejemplo, tenemos un espejo cercano de lo que no debe ocurrir: Argentina.

En 2008, el Estado expropió los fondos de las AFJP -unos US$ 31.000 millones, equivalentes al 12% del PIB- y los transfirió al Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS). Hoy, más de 15 años después, ese fondo ronda los US$ 40.000 millones, pero gran parte está invertida en deuda pública local y proyectos productivos que no siempre han estado en línea con el objetivo de resguardar las jubilaciones. Sino que, en muchos casos, han sido “la billetera” del gobierno de turno.

Si esos recursos se hubieran gestionado de forma diversificada e internacional, los retornos habrían sido mucho más altos. La realidad es que en Argentina ya nadie discute este desvío: la sociedad se resignó a que “esa plata se perdió”.

En Chile, el riesgo es mucho mayor. El patrimonio administrado por las AFPs equivale a cerca del 60% del PIB, un porcentaje mucho más alto que el caso argentino en 2008. La tentación para un gobierno populista de usar esa “billetera” para financiar fines políticos es enorme, con consecuencias devastadoras para el ahorro previsional de millones de afiliados y cotizantes.

Entonces, no miremos solo los casos de éxito, sino que también los fracasos y aprendamos de ellos. Las pensiones son demasiado importantes como para transformarlas en una herramienta más de política cortoplacista.

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